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Columna
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Masoquistas del Presupuesto

Joaquín Estefanía

La oferta pública de adquisición de acciones (OPA) de Gas Natural sobre Endesa tiene como objetivo crear el cuarto operador europeo por capitalización bursátil, por detrás de E.On, Enel y RWE, y su valor sería de 31.000 millones de euros; en la compra del 22% de Unión Fenosa por la constructora ACS, el Banco Santander gana unas plusvalías de 1.160 millones de euros... Los Presupuestos Generales del Estado de 2006 dedican una partida total para I+D+i de 6.700 millones de euros, con un incremento del 26,5% respecto al ejercicio anterior, o de 12.800 millones para infraestructuras (con un aumento del 12,4%). Con el esfuerzo de estos dos capítulos, entre otros, se pretende aumentar la productividad de la economía española y hacerla ingresar en la primera división de las sociedades del conocimiento, tras muchos años de retraso y de tiempo perdido. Por otra parte, el gasto en sanidad incorporará los 1.700 millones de euros pactados hace escasas semanas con las comunidades autónomas.

Ya sé que en cada caso se trata de cantidades heterogéneas. Pero compárense durante un segundo unos números y otros. Las plusvalías del Santander en la operación citada son casi el 70% del total del dinero aportado después de una ardua negociación para toda la sanidad española de 2006. El valor bursátil de la OPA de Gas Natural supone también casi el 70% de los gastos totales del Estado no comprometidos en todo un año y que se reparten entre los distintos departamentos ministeriales.

La economía española crece el triple que las de su entorno. Este plus de alza del PIB se extiende, con alguna excepción anual, durante los últimos lustros. Sin embargo, su gasto social per cápita y en porcentaje del PIB -lo que define en parte la convergencia real- sigue varios puntos por debajo de la media europea. También está por debajo el porcentaje de PIB de I+D+i respecto a esa media que, a su vez, es la mitad del porcentaje que invierte EE UU en las tecnologías de la comunicación y la información. Las principales macromagnitudes económicas, salvo la inflación, están bastante equilibradas. ¿Cuándo, si no ahora, se pueden hacer presupuestos un poco más expansivos? Y sin embargo, los masoquistas del Presupuesto pretenden, una vez más, unas cuentas públicas más restrictivas. Ajuste cuando vienen mal dadas y ajuste cuando uno se puede permitir alguna pequeña alegría. Los gastos del Estado crecerán un 7,6% con un crecimiento nominal de la economía del 6,6% y un incremento de los ingresos del 9%. Y, además, con una previsión final de superávit público. Los defensores del pensamiento único dicen que para distribuir antes hay que aumentar la tarta, pero la tarta se hace más grande y nunca es el momento adecuado para repartir a través del gasto público. Tampoco de los impuestos, que no deben crecer.

Las grandes cifras del Presupuesto -lo único que se conoce hasta ahora- resisten todo tipo de interpretaciones. Para analizarlas con más rigor se necesita conocer sus tripas. Pero las prioridades presentadas parecen las más lógicas a la luz de la coyuntura en que se encuentra nuestro país. Cinco grandes capítulos concentran el mayor crecimiento porcentual del gasto: más productividad (auténtica hipoteca para el futuro de la economía española) a través de la investigación, el desarrollo, y la mejora de la educación y las infraestructuras, que son, además, las únicas armas a medio plazo para paliar la deslocalización empresarial; mejora de la protección social, la sanidad, y servicios públicos de calidad, que es lo que exige el ciudadano; y aumento de la ayuda oficial al desarrollo (AOD), para ser coherente con la política exterior del Gobierno de lucha contra la pobreza y extensión de la Alianza de Civilizaciones.

El monto de la AOD, después de crecer un 33,1% respecto al periodo anterior, asciende a 2.400 millones de euros, un 0,35% del PIB, sólo el doble de las plusvalías del Santander al vender su participación en la tercera eléctrica española. La comparación no es ortodoxa, pero sí útil para saber de qué hablamos cuando hablamos de la participación del Estado en el conjunto de la economía.

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