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¡Ojalá encuentres petróleo... y te arruines!

Los que peinamos canas recordamos aún los grandes titulares en la prensa cuando, en 1963, se encontró petróleo en Ayoluengo, en la comarca de la Lora, provincia de Burgos. Aquello parecía algo formidable: ya nos veíamos ricos, como los americanos. Porque entonces parecía que los recursos naturales eran la clave del crecimiento.

Aquello no fue muy lejos; aún se explota el yacimiento, pero no nos hemos hecho ricos. Afortunadamente, diría yo. Tener riquezas naturales puede ser algo formidable, pero también una maldición. Y si no, que se lo pregunten a los nigerianos, que a estas alturas aún desperdician, entre la corrupción y la mala gestión, el 40% de los 20.000 millones de dólares anuales que representa la renta que el país obtiene del crudo. Y a menudo falta gasolina en las estaciones de servicios de un país que es uno de los grandes productores de petróleo.

La transparencia en la gestión y en las cuentas públicas es un elemento clave para combatir la corrupción

Pero no todos los ejemplos son negativos. Botsuana puede figurar como contrapunto de Nigeria. En 1966 alcanzó la independencia, con una renta per cápita de 80 dólares al año. En los años setenta empezó a explotar la minería de diamantes, y desde los años ochenta es una de las potencias mundiales en esas piedras preciosas, que representan un tercio del producto interior bruto del país, tres cuartas partes de sus exportaciones y la mitad de los ingresos del Gobierno.

Botsuana ha sabido gestionar con sentido común esa riqueza, gracias, sobre todo, a una legislación transparente y sencilla, unas prácticas correctas y unos gobiernos que han sabido contener el peligro de la corrupción. Sin dejarse deslumbrar por la facilidad con que la exportación de diamantes aportaba ingresos al país y, sobre todo, a su Gobierno, han practicado políticas monetarias y fiscales prudentes, evitando la "borrachera" del dinero fácil. Invierten, sobre todo, en infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, escuelas, hospitales), y tienen un nivel de endeudamiento reducido: no han necesitado participar en la reciente condonación de la deuda externa, que no llega al 10% del PIB, un nivel más bajo que el de Estados Unidos o el de España. Y, como consecuencia de todo ello, han conseguido tasas de crecimiento anuales próximas al 9%, desde mediados de los años setenta, hasta alcanzar una renta per cápita de 3.500 dólares en 2000.

Un componente importante del éxito de Botsuana ha sido la transparencia en la gestión y en las cuentas públicas, un elemento clave para combatir la corrupción. En esto han sido alumnos aventajados del Fondo Monetario Internacional, que publicó en 2001 un "Código de buenas prácticas para la transparencia fiscal", a fin de ayudar a los gobiernos y favorecer a los ciudadanos. Porque, en definitiva, no hay nada como la transparencia y la información para alejar el fantasma de la corrupción.

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El Código del Fondo Monetario Internacional se basa en cuatro grandes principios. El primero es la claridad en el papel del Gobierno y de las oficinas públicas, y en sus responsabilidades: regulaciones claras y sencillas, que cubran todas las etapas del negocio de extracción de recursos, sean estos diamantes o petróleo. Y claridad, sobre todo, en las relaciones entre el Gobierno y las empresas del sector, públicas o privadas.

El segundo principio es la publicación de los datos sobre volumen y procedencia de los ingresos del Gobierno, incluidas sus deudas.

El tercero es la existencia de procesos abiertos para la elaboración, ejecución e información sobre las cuentas públicas, incluyendo la política que se sigue respecto de los recursos naturales, los riesgos que se detectan -como una caída del precio del petróleo o de los diamantes- y las medidas que se tomarán para prevenirlos.

Y, finalmente, el establecimiento de medidas que garanticen la integridad de los gobiernos y de las empresas, en lo referente a las operaciones de extracción y comercialización de los recursos naturales, incluyendo el cumplimiento de los estándares internacionales sobre contabilidad, auditoría y publicación de las cuentas de las empresas.

No se agotan ahí las iniciativas. Una de las más interesantes es la que propuso el primer ministro inglés Tony Blair en la cumbre de Johannesburgo, en septiembre de 2002: la iniciativa para la transparencia en las industrias extractivas.

Se trata de que las empresas que operan en ese sector en los países emergentes hagan públicas las cantidades pagadas en concepto de derechos de prospección y explotación, impuestos, royalties, etcétera.

Y las organizaciones no gubernamentales están presionando a las empresas para que, efectivamente, publiquen esa información, que va a ser clave para conocer el origen de los ingresos de los gobiernos y para evitar que se desvíen hacia funcionarios o políticos corruptos. Azerbaiján, Ghana y Nigeria ya se han apuntado a su puesta en práctica.

Antonio Argandoña es profesor de Economía del IESE.

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