Elogio y defensa de la imaginación de un transgresor
Bienvenido al mundo de la imaginación. Aunque sea con 64 años que tiene el transgresor y sorprendente cineasta estadounidense Terry Gilliam, que presentó ayer en la sección oficial Tideland, un filme que el propio director calificó de "potente" y su productor Jeremy Thomas de "una de las cosas más curiosas y raras del año". Tideland cosechó muchas deserciones en los dos pases proyectados hasta ahora -el de la prensa y el matinal del público- pero también algunos aplausos por parte de los que aguantaron hasta el final. "Es un canto a la imaginación y la fantasía de los niños que están atrapados por la realidad de las televisiones", aseguró ayer su director, quien recordó su infancia en Minnesota en el campo, en una casa rodeada de bosques y maizales, sin televisión y con los libros y la radio como únicos medios de contacto con el mundo exterior. "La radio es el mejor ejercicio para la imaginación. Es una manera de poner rostros a las voces, de imaginarte el vestuario de los personajes que oyes pero que no ves", explicó el ex componente de Monty Python, que se mostró partidario del fomento de la soledad, de apagar los móviles y la televisión y buscar dentro de uno mismo mundos diferentes y mágicos.
Mente abierta
Preguntado por las deserciones en la proyección, Gilliam, que se presentó con una estridente camisa de colores y que dio mucho juego a los fotógrafos con sus bailes y aspavientos, aseguró implacable y sin perder la sonrisa que le parecía bien. "No creo que sea una película fácil de ver para los que no tienen la mente abierta. Hay que abordarla con ojos de niños y ser una persona inocente. Los estúpidos, que no vayan a verla. A mí me parece una película extraordinaria, basada en un libro mágico de Mitch Cullin".
Protagonizada por la actriz de nueve años Jodelle Ferland, sobre la que recae todo el peso de la película -"yo no la dirigí, fue ella la que me llevaba por sus caminos", aseguró Gilliam-, Jeff Bridges y Jennifer Tilly, narra la vida de una pequeña superviviente en una solitaria granja tejana, que consigue salir de un drama familiar gracias a su resistencia e imaginación. "A los niños no se les puede meter en cajitas de cristal para protegerlos. Son fuertes y capaces de reinventar sus vidas y convertirlas en algo mágico y maravilloso", añadió.
Tras siete años de inactividad y arrastrando el drama de su proyecto fallido sobre el Quijote, Gilliam -director de títulos como Brazil, 12 monos o Miedo y asco en Las Vegas-, que dice de sí mismo ser una "mutación genética", ha presentado en un breve plazo dos filmes en dos festivales (El secreto de los hermanos Grimm, en Venecia, y Tideland, ayer en San Sebastián). "Dependemos exclusivamente de la financiación", se lamentó.
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