Los sondeos predicen una aplastante victoria de la derecha en las elecciones polacas
Los casos de corrupción provocan el hundimiento de los socialdemócratas de Kwasniewski
En Polonia la simple alternancia en el Gobierno parece imposible: lo que abundan son los terremotos políticos. Todos los sondeos auguran un nuevo seísmo en las legislativas del domingo, que amenazan incluso con barrer del mapa a los socialdemócratas del presidente Alexander Kwasniewski. La implosión de la izquierda, destrozada por la corrupción y la división, allana el regreso del centro-derecha al Gobierno. La duda es si la nueva etapa tendrá, como parece, una sensibilidad más liberal -la que encarna la Plataforma Cívica (PO, en sus siglas polacas)- o la más conservadora de Ley y Justicia (PiS).
Los ciudadanos de Varsovia se han lanzado a las calles para disfrutar de los últimos coletazos de un verano excepcionalmente largo provistos de abrigo, precavidos ante una bajada abrupta de las temperaturas. Con la misma seguridad aguardan el también brusco cambio anunciado para las legislativas de domingo, que culminará el 9 de octubre con las presidenciales. Todas las encuestas coinciden en que la Alianza de Izquierdas (SLD), que llegó al Gobierno en 2001 con el 41% de los votos, se encuentra ahora por debajo del 10% y algún sondeo la sitúa incluso peleando por el 5% mínimo para entrar en el Parlamento. El PO y el PiS se mueven entre el 25% y el 30% de los votos cada uno y ya han anunciado que gobernarán en coalición.
El nuevo terremoto invierte los términos del de 2001. Entonces, la gubernamental Acción Electoral de Solidaridad (AWS), que había triunfado con el 38% en 1997, fue barrida y se quedó incluso sin representación en la Cámara. Desde que los comicios de 1989 inauguraron la transición, ningún partido en el Gobierno ha podido continuar su mandato tras unas elecciones. El único reelegido, aunque en la presidencia, ha sido Kwasniewski, en 2000, que también se ha visto salpicado por los escándalos del SLD, pero conserva una popularidad superior al 50%. La ley le impide presentarse de nuevo.
El Gobierno del SLD consumó la entrada a la UE y ha vuelto a situar el país en la senda de un crecimiento sólido, 5,4% en 2004 y el 3,8% en el primer trimestre de 2005. La clave de su caída es la corrupción: "El amiguismo, el enchufismo y la corrupción están en todos los estamentos de la Administración", explica Helena Luczywo, subdirectora de Gazeta Wyborcza, que casi a diario revela un nuevo escándalo.
En 2004, Polonia se situó como peor país de la UE en el índice de corrupción de Transparencia Internacional. Incluso el delfín de Kwasniewski, el respetado ex primer ministro Wlodzimierz Cimoszewicz, acaba de apearse de la carrera presidencial al trascender que ocultó sus acciones en la petrolera PKN Orlen y que se desprendió de ellas justo antes de una intervención estatal que hizo bajar el valor de las acciones. Cimoszewicz ha dado portazo denunciando juego sucio y con su marcha el SLD ni siquiera tendrá candidato en las presidenciales.
Deserciones
El deterioro del partido ha llevado a su atomización. La Unión del Trabajo, que se coligó en 2001 con el SLD, abandonó el barco tras los primeros escándalos. Algunos dirigentes encabezados por el veterano Marek Borowski se escindieron y han creado Social Democracia de Polonia (SDPL). Incluso el primer ministro, Marek Belka, se ha ido al nuevo Partido Democrático, que intenta atraer a los liberales del SLD a este proyecto nacido de las cenizas de la Unión Liberal (UL) de Tadeusz Mazowiecki. Las hilachas de la izquierda compiten ahora por sobrevivir.
Cuando parecía que sólo faltaba que el último apagara las luces y cerrara la céntrica sede del SLD, un grupo de treintañeros asaltó su estructura y trata de salvar los muebles con la aquiescencia de Kwasniewski. Wojciech Olejniczak, dinámico ex ministro de Agricultura de sólo 31 años, fue elegido líder antes del verano y le acompaña como secretario general Gregor Napieralski, de la misma edad.
Los despachos del suntuoso edificio que el SLD heredó del antiguo partido único comunista (PUOP) tienen hoy aspecto de local estudiantil. Szymon Stellmaszyk, también de 31 años, es el nuevo responsable de Relaciones Internacionales y asegura que "todos los corruptos han sido expulsados". Stellmaszyk, un fanático de los festivales de Eurovisión que dice sentirse aún decepcionado porque "España, representada por Remedios Amaya, no logró ningún punto en la edición de 1983", dice que no trabajan sólo para estas elecciones: "El gran objetivo es 2009".
El nuevo equipo ha tomado decisiones inauditas: el lema de la campaña, Cambiamos nosotros para cambiar Polonia, choca en un partido de Gobierno. Y el líder en persona ha grabado un mensaje en el que pide el voto tras implorar perdón por los pecados de su partido. Aunque la revolución en el SLD puede hacer visible la ruptura con el pasado, algunos analistas subrayan que el cóctel puede ser demasiado indigesto para los votantes más fieles, ya muy desmoralizados y en parte mayores de 70 años.
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