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Pyongyang pone ahora condiciones para eliminar su programa atómico

Menos de 24 horas después de que accediera a desmantelar su programa nuclear a cambio de garantías de seguridad y ayuda energética, Corea del Norte dio marcha atrás. Pyongyang aseguró que no pondrá fin a su programa de armas atómicas si Washington no le proporciona antes reactores nucleares de agua ligera de uso civil para generar electricidad. La exigencia arroja dudas sobre el grado de compromiso norcoreano en el acuerdo alcanzado en las negociaciones a seis bandas que concluyeron el lunes en Pekín, con el que se intenta poner fin a la crisis. La Casa Blanca rechaza las nuevas exigencias de Pyonyang.

"EE UU no debe ni soñar con que la República Democrática Popular de Corea desmantele su fuerza de disuasión atómica antes de que suministre reactores de agua ligera", asegura el comunicado del Ministerio de Exteriores norcoreano hecho público por la agencia oficial KCNA. "Ésta es nuestra posición justa y consecuente, tan sólida como una roca". Japón calificó la petición de "inaceptable", Washington dijo que no responde al pacto firmado y China pidió a todas las partes que cumplan "el compromiso político adquirido".

Se ha insistido a Corea del Norte en que entregue este tipo de reactores -que son más difíciles de utilizar para la fabricación de armas atómicas- como condición para acabar con su programa nuclear. Pero el pacto logrado el lunes, tras dos años de conversaciones en las que también han participado China, Rusia, Corea del Sur y Japón, tan sólo establece que los seis países discutirán el asunto "en el momento adecuado".

Para EE UU, "el momento adecuado" no llegará hasta que Pyongyang haya enviado a la chatarra su programa atómico; haya regresado al Tratado de No Proliferación, que abandonó en enero de 2003, y permita la vuelta de los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica.

Golpes de efecto

La exigencia norcoreana encaja en la estrategia de golpes de efecto que utiliza el régimen de Kim Jong Il desde que comenzaron las negociaciones en agosto de 2003. En aquella ocasión, cuando apenas habían concluido con el compromiso de volver a reunirse de nuevo, el jefe de la delegación norcoreana dijo que "no había necesidad de mantener este tipo de conversaciones" y que Corea del Norte no estaba interesada en seguir con ellas porque sus expectativas se habían visto defraudadas. Seis meses después, en febrero de 2004, Pyongyang se sentaba de nuevo en la mesa de negociación.

Los analistas consideran que Corea del Norte intenta ganar posiciones con vistas a la próxima ronda de conversaciones, que tendrá lugar en noviembre, cuando se deberá abordar la espinosa cuestión de la verificación y los plazos para llevar a cabo el acuerdo.

El enfrentamiento entre Washington y Pyongyang estalló en octubre de 2002, cuando EE UU acusó a su enemigo de tener un programa secreto de enriquecimiento de uranio en contra de lo acordado en 1994 a cambio de ayuda.

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