El otoño se abre con la maestría del gran Paco de Lucía
No podía entrar de mejor manera el otoño que con una actuación del gran maestro Paco de Lucía. Grande entre los grandes, premio Príncipe de Asturias, De Lucía es una de las pocas figuras que más ha hecho por la evolución del flamenco en el último siglo. Su recital en Las Ventas el primer día de la nueva estación anticipa una temporada en la que Madrid debería recuperar el resplandor perdido de otros años.
- Cosa buena. Al maestro del toque, Paco de Lucía, se le puede poner cualquier cosa por delante, que él sabe resolver. Todo lo que hace, es bueno, y a su último disco, después de unos años de silencio discográfico, le ha llamado Cositas buenas. Hay humildad y simpatía en el título, pues lo que hace él es algo más que cositas. La grandeza de su guitarra ha sido vital en el desarrollo del flamenco en las últimas décadas. La revolución de De Lucía ha influido a todos los artistas que han venido después de él. Su toque ha impregnado el baile y el cante, y el flamenco no es igual desde su irrupción. Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la música, el tocaor pone de largo de nuevo en Madrid las composiciones de su última obra, que le ha tenido de gira por el mundo, sin desestimar piezas de anteriores trabajos suyos.
Para el recital de Las Ventas, Paco de Lucía cuenta con las voces de Duquende, Montse Cortés y La Tana, la última revelación del cante femenino que él mismo ha apadrinado. Estarán también el armonicista madrileño Antonio Serrano, la guitarra de Niño Josele, el bajo eléctrico del caribeño Alaín Pérez y las percusiones del Piraña.
- Gallego sabio. A pesar de la mediocridad que se apoderó del pop español en los noventa, un grupo daba luz al panorama cada vez que editaba un disco. Eran Piratas, que desde Vigo supieron combinar la calidad con el riesgo. No fueron muy comprendidos por el gran público, y ellos no se mostraron demasiado condescendientes a la hora de ofrecer canciones fáciles y tarareables. Más bien al contrario, sus discos evolucionaron hacia lo impenetrable. Iván Ferreiro era la voz conmovedora de ese grupo inquieto cuya desaparición reciente fue una de las peores noticias que ha dado el pop español en este siglo. Ferreiro es como un pequeño geniecillo que lo mismo se atreve a recrear a Hombres G, Machín o Julio Iglesias que a irse de gira con el Huracán ambulante de Bunbury en compañía de tipos tan raros como Carlos Ann, Nacho Vegas o Adriá Puntí. Ha debutado en solitario con Canciones para el tiempo y la distancia, el disco que sirve de base para su concierto de esta noche. Aunque con él nunca se sabe qué puede pasar. Su última idea, por ejemplo, es que dentro de dos meses se va a encerrar en una casa del centro de Buenos Aires con el cantautor madrileño Quique González, el también gallego Xoel López (Deluxe), el dúo zaragozano Amaral y el dúo madrileño Pereza. Una especie de casa del gran hermano donde la creación fluirá en todas las direcciones y se verá alimentada, a su vez, por artistas argentinos que compartirán experiencias con ellos.
- Un americano en París... Otro grande esta semana es el norteamericano Elliot Murphy que, fiel a su cita con sus incondicionales españoles, acude el jueves a la sala Arena, donde ya es un viejo conocido. Murphy vive en París desde hace tres décadas, donde ha hecho muy buenas migas hace tiempo con el guitarrista Olivier Durand. Juntos han formado un tándem perfecto para elaborar preciosas canciones. Sin perder del todo ese aire a Bob Dylan que siempre le ha acompañado, Murphy ha encontrado en Europa el colchón perfecto donde sosegar su exquisito repertorio. Su reciente disco, Never say never, vuelve a ser, como casi toda su obra reciente, un reflejo de su intimidad.
- ... y un brasileño en Madrid. Se le conoce por los andenes del metro. Su voz profunda, su andar cauto provocado por su falta de visión, su guitarra alegre y sentimental y sus buenas canciones se hicieron cotidianas entre los pasajeros que transbordaban sobre todo por las estaciones próximas a la glorieta de Bilbao. Se subió a los bares y teatrillos, pero ni su personalidad ni su arte cambió. Ahora ha conseguido grabar un disco, Fascinio, y lo defiende a muerte donde quiera que va. Se llama Gladston Galliza y mañana le toca hacerlo en Galileo Galilei. Artistas como Javier Ruibal, Olga Román o Joe Barbieri le van a acompañar en algún momento en esta puesta de largo.
- El adiós. Los vallecanos Ska-P parece que se despiden definitivamente como grupo. Para ello dan un concierto el sábado en La Cubierta de Leganés que pondrá fin a una carrera que les llevó de la nada a la gloria a base de saber conectar con un público que demandaba rock energético y saltarín pero con contenido.
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