Parálisis europea
El crecimiento del la eurozona será sólo algo superior al 1% en 2005, la tercera parte del crecimiento norteamericano y significativamente por debajo de las expectativas iniciales. La asimetría de comportamiento en su seno (el buen desempeño de países como España o Irlanda es la excepción) no evita que se produzca un nuevo aumento de la dosis de frustración que, desde que se puso en marcha la Agenda de Lisboa en marzo de 2000, se acumula en el Viejo Continente.
Un año más aumenta la brecha en PIB per cápita frente a Estados Unidos, cuya reducción se marcó entonces como objetivo a cubrir en la presente década. Alcanzar una tasa de empleo del 70% en 2010 (creación de unos 20 millones de puestos de trabajo en esos 10 años) combinado con aumentos de la productividad garantizaría su cumplimiento y elevaría al 3% la tasa de crecimiento potencial de la Unión Europea. Esos eran los números. Una quimera, a tenor de lo acontecido en los cincos años que ya han transcurrido y de los análisis que vienen haciéndose recientemente. El que contiene el último monográfico de la OCDE sobre la eurozona (Economic Survey of the Euro Area 2005), cuya veraniega aparición lo ha hecho pasar bastante inadvertido, es uno de ellos.
El crecimiento del PIB 'per cápita' en la eurozona se reduciría del 2% actual al 1,25% en la siguiente década y no alcanzaría después el 1%
Teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y sin cambios drásticos respecto al patrón de comportamiento en los últimos 10 años de las tasas de empleo y de la productividad, el crecimiento del PIB potencial per cápita en la eurozona se reduciría del 2% actual al entorno del 1,25% en la siguiente década y no alcanzaría después el 1%. Números que contrastan con el crecimiento del 3,5% actual y su estabilización posterior en torno al 2,25% al otro lado del Atlántico. En definitiva, ampliación adicional de la brecha de renta per cápita, desde el 30% actual a prácticamente el 40% en dos décadas.
Es cierto que hay mucho de ejercicio de laboratorio, que los shocks externos desbaratan demasiado a menudo las proyecciones a medio plazo y que dicho indicador no es la única referencia para medir el nivel de bienestar. Pero es importante, y la economía europea parece paralizada; frente a Estados Unidos y más aún frente a los nuevos y grandes países emergentes del sureste asiático.
Daniel Manzano y Meritxell Soler son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Grupo Analistas).
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