Una bienal en sequía
Arranca la III Bienal sin el "esplendor", "los despilfarros" y la "pretenciosidad" de las dos anteriores, y no porque Camps no lo envidie, sino por la sencilla razón de que ya no hay ni un euro ni siquiera para hacer frente a las millonarias deudas que los anteriores eventos han causado. Lo único que el PP pretende ahora es no "ahogarse" en el intento de seguir adelante con un proyecto fallido, y utilizando además un lema electoralista, que se les puede volver en contra, si siguen haciendo tanta perversa demagogia.
Pero estaría bien que antes de inaugurar la III Bienal, el Presidente Camps o el inexistente conseller de cultura dieran explicaciones acerca de las anteriores bienales: ¿para qué sirvieron? ¿a qué artistas valencianos beneficiaron? ¿qué poso cultural dejaron? ¿qué proyección de la cultura emitieron?. Y además, que nos digan de verdad cuánto nos costaron. Aún se están pagando deudas de la primera bienal y se están renegociando pagos de la segunda que tendrá que hacer frente un próximo gobierno; pero eso al PP le da igual. Es más, lo realmente sorprendente es la desvergüenza con la que afrontan los fracasos: una bienal que no ha servido para nada, que escandaliza a la gente de la cultura, que nos ha costado lo que no pueden confesar, y que además se hizo atendiendo los caprichos, enfados, y pretensiones de una señora llamada Consuelo que encontró en Eduardo Zaplana su compañero de viaje para tales desmanes y despropósitos. Eso sí, todo bien cubierto de opacidad, chanchullos e irregularidades en contrataciones, para que así alguno pudiera hacer el "agostini" a costa del erario público valenciano.
No es malo hacer una Bienal, lo que es malo es hacer "esta" Bienal: porque no es un proyecto serio ni riguroso; porque no se ha hecho pensando en la promoción de la cultura, sino en la promoción personal e interesada de sus "dueños"; porque los balances finales de público, impactos y costes son inverosímiles y bombásticos; y, porque cuando desaparezca, que probablemente sea pronto pues el PP ya está liquidándola, habrá pasado como el efímero "Tercer Milenio" o aquellos Premios y Encuentros Mundiales de las Artes, de los que ya nadie se acuerda.
No ha sido el único capricho absurdo y despilfarrador que ha existido en la política cultural del PP: el "periplo" latinoamericano de exposiciones, las muestras tipo Yoko Ono, los contratos con Vangelis, los astronómicos fichajes que no han hecho nada más que cobrar, y un largo etcétera. Habría que pensar al revés y buscar entre tanta paja si alguna vez hubo sensatez en esa Consellería de Cultura mientras gobernó el PP.
Eso sí, disponemos de una magnífica red de infraestructuras museísticas que trabajan con bajísimos presupuestos y que además andan siempre bajo la sospecha de ser molestos a la línea oficial, más bien "oficiosa", de la cultura del PP. Eso sí, ellos no tienen patrocinadores.
Esta es la última idea que hay que atribuirle a quien no conoce el límite de los despropósitos. El IVAM se congratula en dar un premio al ¿mejor? Patrocinador. ¿Y eso qué es?. Porque aparte de los patrocinadores públicos (instituciones y cajas) que están ahí obligados, aparece últimamente una "caritativa" fundación, siempre omnipresente, llamada Astroc. Quizás sería hora de que nos presentaran formalmente a esta fundación y sus intereses.
Y mientras llega la cordura, el mundo de la cultura seguirá viviendo la "sequía" a la que el PP los tiene sometidos, mientras que asistimos con impotencia a ver cómo dilapidan nuestros dineros públicos y derrochan en desvergüenza más que en originalidad.
Ana Noguera es diputada socialista en las Cortes Valencianas
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