El calzado ensaya estrategias frente al gigante chino
La competencia asiática destruye 5.000 empleos en año y medio en una industria que se concentra en Alicante
Una turba violenta de unas quinientas personas asaltó, ayer hace un año, una nave que almacenaba calzado chino en el polígono industrial del Carrús, en Elche. El estallido que sacudió a la capital europea del calzado, donde el brillo de las grandes naves de distribuidores chinos, atendidas por almacenistas y vendedores orientales, eclipsaba a los pequeños talleres locales, puso de manifiesto el calibre del reto que supone afrontar la competencia del gigante asiático para el sector del calzado.
La liberalización comercial total desde 2005 venía precedida por un crecimiento de las importaciones de calzado en porcentajes de dos dígitos desde 2000. España importó más pares de los que exportó por primera vez en 2003. Los fabricantes de zapatos baratos desaparecieron hace años, pero el goteo continua. A lo largo del pasado mes de agosto, 15 empresas de la comarca del Vinalopó, en Alicante, presentaron otros tantos expedientes de regulación de empleo que afectan a dos centenares de trabajadores, una cifra que da idea del tamaño de los talleres.
Elaborar un par de zapatos requiere una veintena de pasos y los correspondientes oficios: aparar, coser, solar. Pero las plantillas fijas siempre han sido pequeñas. Trabajar en casa y cobrar un sobre semanal para atender la demanda de temporada era una práctica habitual en Elche y su comarca. Esa ayuda a la economía doméstica, hace años que no llega.
La mayoría de las grandes marcas, sin embargo, han sorteado el problema. Diseñan el modelo. El trabajo intesivo lo contratan en China. Sus operarios locales apenas revisan el producto, dan los últimos retoques o incorporan una lata de betún al embalaje final. Y ponen el precio, el valor añadido.
Rafael Calvo, presidente de las patronales española y europea del calzado, sugiere dos vías para afrontar la competencia asiática. A favor de la apertura, establecer fórmulas de cooperación con fabricantes chinos para intercambiar diseño, prestigio o logística por mano de obra. A la defensiva, exigir "de forma escrupulosa" que los productos chinos importados se ajusten a la normativa europea.
La patronal del calzado logró que la Comisión Europea abriera un expediente por competencia desleal a las importaciones de varios tipos de calzado desde China y Vietnam que se vendían a precios inferiores a su coste (dumping).
Calvo confirmó el jueves que espera que "en unas semanas se adopten medidas provisionales contra estos productos a la espera de la resolución del expediente". Si la conclusión es favorable a los intereses de los productores europeos, se impondrán durante cinco años tasas compensatorias para estos zapatos que entrarán en la UE "a un precio más razonable", añadió.
Los industriales del calzado desestiman exigir la imposición de cuotas a las importaciones asiáticas. Calvo alude a las "tensiones" que generan los cupos. Después de todo, las cuotas que reclamaron sus colegas del sector textil a las importaciones asiáticas han sido recientemente desbordadas por las compras masivas de los grandes distribuidores europeos antes de su entrada en vigor.
"Es necesario colaborar con los chinos", reitera Calvo, "no se puede luchar contra quien tiene todas las de ganar". Es más, el placer de estrenar zapatos está condenado a extenderse: "Nuestros competidores de hoy serán nuestros compradores de mañana", sentencia.
Si el dirigente patronal de la industria del calzado invoca la paciencia, Juan Carlos Soler, director ejecutivo de la Asociación Española de Componentes del Calzado, clama contra "la falta de apoyo de la UE a la industria manufacturera".
Cada par de zapatos requiere dos tacones, dos cordones, hebillas, suelas y varios otros elementos que sostienen la industria auxiliar de maquinaria y componentes. Su portavoz pone el acento en el escaso control de las importaciones asiáticas.
"Es una contradicción que a nosotros la UE nos reclame medidas de responsabilidad social como la mejora de las condiciones de trabajo o la incorporación de normativa medioambiental, y por otra parte, permita la entrada de productos procedentes de China que no cumplen ni los mínimos", afirma.
Opinión extendida
Soler se hace eco de una opinión muy extendida entre los propietarios de pequeños talleres en la comarca del Vinalopó: "La Comisión atiende a las presiones de los grandes importadores europeos de productos chinos y olvida que la industria del calzado y su entorno constituye en España un sector de 50.000 trabajadores, que ha perdido en año y medio cinco mil empleos".
Varios fabricantes de componentes del calzado han sido modelos de diversificación. El productor de la goma que soporta las grandes plataformas,por ejemplo, supo capear los avatares de la moda fabricando suelos para gimnasios o instalaciones infantiles.
Industriales, políticos y vecinos del Vinalopó se han consolado aludiendo al carácter cíclico de las crisis. Algunos aún recuerdan los efectos de la apreciación de la peseta hace dos décadas. Ya no es el caso. Sortear la competencia china exige un alarde de flexibilidad.
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