_
_
_
_
_
Reportaje:

La crisis aérea retoma el vuelo

Delta y NorthWest aprovechan la suspensión de pagos para adelgazar su estructura

El alza en el precio del queroseno y el incremento de los costes laborales, junto a la fuerte competencia de la aerolíneas de bajo coste, obligaron a las compañías Delta y NorthWest Airlines a declararse en suspensión de pagos la pasada madrugada, después de varios meses de agonía. La situación es compleja para el sector en EE UU, que debate ahora sobre si la consolidación o la liquidación de las aerolíneas menos competitivas es la vía más adecuada para superar cuatro años de crisis.

El conocido como capítulo 11 de la legislación de quiebras es refugio al que recurre con frecuencia el sector de la aviación para suspender el pago de sus deudas y emprender procesos de reestructuración más severos. Esto provoca que la mitad de los asientos disponibles en EE UU sean de aviones de compañías en bancarrota, según Standard & Poors.

Delta y NorthWest, tercera y cuarta aerolíneas del país, se sumaron el miércoles a una lista encabezada por United (2002) y US Airways (2004), junto a otras dos aerolíneas de menor tamaño. La declaración de bancarrota de Delta es la segunda mayor en la historia del sector aéreo en EE UU. La historia "se repite". Julius Maldutis, de la firma de analistas Aviation Dynamics, recuerda que a comienzos de los años noventa había cinco compañías en suspensión de pagos y que tres de ellas tuvieron que liquidar. "Hoy tenemos seis, cuatro de ellas entre las siete más grandes, y habrá que esperar a ver qué pasa", señaló.

Las compañías de bajo coste, como SouthWest o Jet Blue, las más competitivas, consideran que esta protección judicial es un lujo injusto porque permite a los gestores de las aerolíneas tradicionales suspender los pagos de sus deudas para dotarse de fondos y mantener artificialmente sus vuelos. "Prolongan su agonía y un exceso de capacidad que no debería existir", señalan.

El analista Michael Boyd no cree que las compañías en suspensión de pagos vayan a desaparecer. Lo mismo opina Duane Woerth, de la asociación de pilotos, que piensa que hay otras vías alternativas a la liquidación, como las fusiones, lo que permitirá consolidar el sector y reducir capacidad. Una opinión que no es compartida por otros analistas, que indican que las cuatro compañías con problemas son demasiado grandes y con pocas sinergias, por lo que estas operaciones de fusión serían muy complejas y costosas. "Tradicionalmente, nunca han funcionado", remacha Maldutis.

La opinión generalizada, ante este dilema, es que las compañías tradicionales deben ser capaces de volar a los precios de sus competidores de bajo coste. American Airlines y Continental, según Boyd, podrán mantenerse al margen de la suspensión de pagos, "porque tienen una estructura y un buen producto". Pero la crisis de Delta y de NorthWest, junto al incremento del precio del queroseno y a los litigios con los sindicatos, introduce más presión.

Pérdidas de 30.000 millones

La industria de la aviación ha perdido 30.000 millones de dólares desde los atentados suicidas del 11 de septiembre de 2001. Este año se le sumarán 10.000 millones más como consecuencia de la espiral en el precio del combustible.

Delta, entretanto, se ha puesto en contacto con los afiliados a su programa de vuelos para decirles que la suspensión de pagos es una "acción que forma parte de los esfuerzos de la compañía para simplificar su estructura, hacerla más eficiente y efectiva del lado de los costes". "Su plan de viaje está garantizado", afirma la aerolínea, que de momento mantiene intactos su frecuencia de vuelos (7.500 diarios) y sus destinos (502 en 88 países).

La idea de Delta es proceder a un "realineamiento" de su flota, para concentrar los vuelos en tres tipos de aviones, en lugar de siete, para reducir costes. Además, quiere reforzar los vuelos internacionales. Su rival NorthWest, sin embargo, se está planteando una reducción de la capacidad de entre el 4% y el 5% durante el próximo trimestre, con lo que se recortarán vuelos en rutas con más volumen, como Los Ángeles.

Son, en cualquier caso, pasos iniciales porque el proceso de reestructuración que les permitirá salir de la bancarrota dura entre dos y tres años.

Gerald Grinstein, consejero delegado de Delta, se dirige a una empleada en el aeropuerto de Atlanta (EE UU).
Gerald Grinstein, consejero delegado de Delta, se dirige a una empleada en el aeropuerto de Atlanta (EE UU).AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_