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Berlusconi intenta reformar la ley electoral a su medida

El líder de la oposición, Romano Prodi, denuncia una "distorsión de la democracia"

Enric González

Hasta los militantes de Forza Italia se quedaron helados. A seis meses de las elecciones generales, Silvio Berlusconi quiere cambiar la ley electoral y acabar con el sistema mayoritario para volver al sistema proporcional de la antigua partitocracia. La reforma conviene al centro-derecha porque podría seguir gobernando aunque obtuviera menos votos que el centro-izquierda. Para el líder de la oposición, Romano Prodi, "la democracia italiana está en peligro".

El sistema mayoritario fue siempre una de las banderas de Forza Italia. En 2001 sirvió para que Berlusconi obtuviera una mayoría más amplia de lo que reflejaban los porcentajes (49% para el centro-derecha, 45% para el centro-izquierda). La elección de un diputado por cada circunscripción, aunque fuera corregida con un complejo 25% de proporcional al final del recuento, permitía crear mayorías de gobierno y acababa con las componendas entre partidos que caracterizaron la política italiana entre 1946 y 1994. Il Cavaliere quiere regresar al pasado.

Todo hace suponer que los sondeos, que sitúan a la coalición gubernamental entre cuatro y nueve puntos por debajo de la oposición, fueron decisivos para lanzar un plan de reforma de la ley electoral en el último minuto, cuando la precampaña ya está en marcha y el centro-izquierda prepara las primarias que, el mes próximo, deben consagrar a Romano Prodi como candidato.

Prodi reunió ayer a los diputados y senadores de la oposición para trazar una estrategia. "En la historia de las naciones y los parlamentos hay momentos en que está en peligro la democracia; en Italia y en el Parlamento italiano hemos llegado a uno de esos momentos", dijo. "La reforma anunciada por el Gobierno equivale a un robo de votos a los ciudadanos y a un robo a la coalición victoriosa, que podría verse privada de la victoria. Es una distorsión de la democracia. La minoría podría convertirse en mayoría y el vencido, en vencedor". Prodi declaró la "guerra de trincheras" y decidió que los parlamentarios de la oposición dejaran de acudir a la Cámara y el Senado, para impedir que hubiera quórum y se pudiera aprobar la ley de reforma del sistema electoral.

El truco del proyecto de ley consiste en el mínimo del 4% de los votos que se exigiría a los partidos para acceder al Parlamento. La coalición de Prodi se ha articulado sobre las reglas mayoritarias y cuenta con varios minipartidos cuyos votos, con la nueva ley, se perderían. Los analistas coinciden en señalar que el sistema proporcional devolvería al centro-derecha las posibilidades de victoria, aunque tuviera menos votos que el centro-izquierda.

Los impulsores de la reforma fueron los democristianos de UDC, deseosos de recuperar una cierta autonomía como "partido bisagra" y de romper el equilibrio bipolar forzado por el mayoritario. Berlusconi, por sorpresa, les dio la razón. Ayer, incluso el jefe de los senadores de Alianza Nacional (antiguo neofascismo), Domenico Nania, se declaró "perplejo" ante el hecho de que se quisiera cambiar la ley electoral sin buscar el consenso con la oposición. "La ley electoral traduce los votos en escaños e incide sobre las reglas de la democracia, por lo que cualquier cambio exige la máxima cautela", añadió. En los chats informáticos de Forza Italia afloraban también el estupor y la indignación.

Berlusconi, que asistía en Nueva York a la cumbre de las Naciones Unidas, aseguró desconocer los términos del proyecto de reforma, pero subrayó que "lo único importante" era que el proyecto obtuviera el respaldo de la coalición gubernamental. "¿Dicen que no se puede hacer en este momento? Pues claro que se puede hacer. Debe hacerse en este momento", siguió. Las 22 sesiones parlamentarias restantes hasta el fin de la legislatura, con temas pendientes como la reforma constitucional federalista, la reforma del Banco de Italia y el presupuesto de 2006, eran suficientes, aseguró, si se trabajaba "las noches y los fines de semana".

Berlusconi (derecha) conversa, ayer en Nueva York, con su homólogo francés Dominique de Villepin.
Berlusconi (derecha) conversa, ayer en Nueva York, con su homólogo francés Dominique de Villepin.AP

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