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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tragedia aérea en Baeza

Cuando se apagan los rescoldos de la tragedia viene el tiempo de la reflexión. ¿Quién puede negar que la tragedia se puede oler e, incluso, mascar? Ahora que está de moda consignar con abreviaturas las fechas emblemáticas (11-S, 14-M), Baeza ya tiene su 2-S, un 2 de septiembre de 2005 que recordarán los baezanos mientras vivan, pero, sobre todo, los familiares de los fallecidos.

Los que estábamos cerca del lugar del siniestro podíamos oler y casi palpar el humo del incendio, los restos calcinados y todo se impregnaba de ese olor, la ropa, el cabello, hasta el ánimo. Los vecinos de Baeza que durante el mediodía del 2 de septiembre observaban atónitos cómo un pequeño avión militar hacía escorzos y volaba muy bajo sobre sus viviendas, intuían lo peor, y así fue. Una vez más la imprudencia se ha cobrado víctimas. Las víctimas nunca son culpables, nunca tienen rostro, sólo estaban en el lugar y en el momento inadecuados. Y pagaron por ello. ¿Azar, imprudencia o las dos cosas? Cuando veíamos a los familiares con su angustia, su incertidumbre, su desesperación, sólo pensábamos atónitos en que nosotros sí teníamos suerte, en que no era nuestra casa, en que nuestra familia no estaba allí. Nosotros no éramos las víctimas, al menos no esas víctimas. Cuando los bomberos empezaron a sacar a la calle las pertenencias de la casa, había, entre otras cosas, un cochecito de bebé carbonizado, ese cochecito que algunos vecinos creyeron ver empujado por su madre. Pero no, no fue así. Por ese azar caprichoso, esquivo e inescrutable, el cochecito no salió. El cochecito quedó allí, solo, aislado, sin niño, como un símbolo de la tragedia que acababa de ocurrir. Y después de lo sucedido, consumada la tragedia, sólo queda la reflexión (¡de qué manera las negligencias e imprudencias humanas nos golpean a diario tan cruelmente!) y los interrogantes: ¿Qué hicieron, por qué azar las pobres víctimas encontraron ese día y a esa hora -en su casa, porque fue en su casa- su fatal destino?.

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