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Crónica:FÓRMULA 1 | Gran Premio de Bélgica
Crónica
Texto informativo con interpretación

Alonso blinda el título en Spa

Raikkonen gana, Montoya comete otro error de bulto y el español, segundo, será campeón con sólo seis puntos más

Robert Álvarez

Con lluvia o con sol, presionado por Michael Schumacher o los McLaren, cuando aprieta para ganar o regula para sumar un puñado de puntos, Fernando Alonso no falla. Levanta el pie cuando le conviene pero va como un tiro hacia el título a base de subir al podio. De esta forma conserva casi intacta la sideral distancia que marca sobre Kimi Raikkonen desde el inicio del campeonato. Las carreras se agotan y el margen para Raikkonen es mínimo. 25 puntos le lleva Alonso, que con seis más se asegurará matemáticamente el título y con un podio sentenciará ya en la próxima carrera, en Brasil el 25 de septiembre, aunque gane de nuevo el piloto finlandés.

Raikkonen sumó su sexta victoria en Spa, pero volvió a llevarse otro monumental sofoco en la meta cuando pasó cuentas y vio a Alonso en el segundo puesto y a Juan Pablo Montoya fuera de combate. Las calamidades del equipo McLaren se suceden y no encuentra forma humana de taponar la hemorragia de puntos. Desde hace bastantes carreras la escudería necesita un doblete que no es capaz de alcanzar desde hace la intemerata. La contumacia en el error es especialmente grave en el caso de Montoya, que perdió el segundo puesto a falta de cuatro vueltas para el final de la carrera en una tonta colisión con el Williams de Antonio Pizzonia, el piloto que durante las dos últimas carreras ha sustituido al lesionado Nick Heidfeld. Fue otro golpe bajo para Raikkonen y para los McLaren, que han convertido en un clásico previsible, en un sainete, sus fallos en los finales de carrera. Al colombiano, en su equipo, le debieron tirar de las orejas por reincidente ya que sólo hace tres semanas en Turquía le sucedió algo similar cuando colisionó con otro piloto doblado, Tiago Monteiro, a sólo dos vueltas para el final, y dejó el segundo puesto también en manos de Alonso.

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El despilfarro de los McLaren no toca fondo de la misma forma que la infalibilidad de Alonso perfila con nitidez el desenlace del campeonato. Ni se precipita ni tiembla ante nada. Actúa con la precisión y la clarividencia estratégica de los grandes en el complicado tinglado de la F-1. Ni el hecho de que a buen seguro se convertirá a sus 24 años en el campeón más joven de la historia, ni la presión que ha soportado toda la semana porque había quien le exigía ya el título en Spa sumando cuatro puntos más que Raikkonen, ni siquiera las vacilaciones propias ante una carrera pasada por agua, perturbaron a Alonso, que se maneja con una precisión quirúrgica. Sabe que los McLaren son más rápidos, los deja hacer, presiona lo que puede por si cometen algún fallo, abruma al resto de rivales y acaba en la mejor posición posible.

Horas antes de la carrera cayó un chaparrón sobre Spa. No llovió luego, durante la prueba, pero, entre los nubarrones y la intensa humedad, el asfalto permaneció mojado y resbaladizo todo el tiempo. No había llovido en ningún gran premio esta temporada y Alonso pasó la prueba con nota, como Raikkonen. La carrera, además del último coletazo de Montoya, vivió dos momentos fundamentales. El primero fue cuando Giancarlo Fisichella, en su afán por proseguir una remontada vertiginosa desde el 13º lugar de la parrilla de salida, sufrió un espectacular accidente y destrozó su coche en la subida a la famosa y empinada doble curva de Eau Rouge. Desapareció poco después de escena Jarno Trulli, que marchaba el tercero, por delante de Alonso. Todos los favoritos aprovecharon la irrupción del coche de seguridad para entrar en los boxes, cambiar de neumáticos y repostar. Ralf Schumacher, que lo había hecho antes del accidente del compañero de Alonso, pululó en los primeros puestos durante esa fase, igual que Jacques Villeneuve, que fue el último en entrar en los talleres. En la 13ª vuelta, Takuma Sato golpeó por detrás el Ferrari de Michael Schumacher, que había calzado neumáticos lisos. El alemán, desesperado por el nuevo traspié y antes de regresar a pie a los boxes, le pegó una colleja al casco del incauto japonés.

Desaparecidos de escena los Toyota de Trulli y Ralf Schumacher, la prueba quedó definitivamente enfocada en las tres primeras posiciones con Montoya por delante de Raikkonen y de Alonso, cuyo tiempo era manifiestamente poco competitivo respecto a los dos McLaren. Faltaba aún otro pasaje previsible, el que protagonizaron los dos coches de la escudería británica que, en un fácil juego de manos en boxes, le dieron la vuelta al calcetín y dejaron a Raikkonen por delante de Montoya, mientras que Alonso se mantenía, cómodo, en el tercer puesto, alejado de Jenson Button y de Rubens Barrichello. Faltaba sólo el último golpe de efecto, el batacazo de Montoya. Se produjo y Alonso blindó la consecución del título. Es sólo cuestión de días.

Alonso, tras Raikkonen en un momento de la carrera.
Alonso, tras Raikkonen en un momento de la carrera.REUTERS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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