Cambio de rumbo
Tiene mérito ese afán de los principales partidos políticos en Andalucía, PSOE y PP, de poner especial énfasis, en este curso que ahora se inicia, en centrarse en los temas que, según dicen, más preocupan a los andaluces como pueden ser los relativos a la educación, sanidad o bienestar social. Un buen propósito que, sin duda, todo deberíamos aplaudir sin reservas. No viene mal que los más fuertes se ocupen de los temas que nos atañen en el día a día antes que en perderse en vericuetos teóricos. Un acercamiento a lo cotidiano y encaminado a los resolver los problemas más perentorios, un gesto que, forzosamente, tiene que ser celebrado por todos. Todavía está por determinar a qué se debe tan súbito cambio. En el caso de los socialistas andaluces obedecerá, tal vez, a lo que le está pasando en Cataluña a Pasqual Maragall, del PSC. Hartos de tanto debate territorial, comienzan a preocuparse porque las encuestas les ponen de manifiesto que las inquietudes de la gente de la calle van por otro lado, y eso, más pronto que tarde, puede traer nefastas consecuencias en las urnas.
Sin embargo, peor se entiende en el caso de los populares. Javier Arenas ya ha marcado el camino a seguir. Propugna endurecer la oposición pero, al mismo tiempo, invita a que se presenten alternativas y posibilidades de acuerdo. Los suyos sabrán cómo se hace eso, pero, por de pronto, para que no haya dudas, su portavoz en el Parlamento, Antonio Sanz, se muestra ahora partidario de desbloquear asuntos estancados por furias pendencieras anteriores como puede ser la reforma del Reglamento de la Cámara o la creación del Consejo Audiovisual, temas que por su falta de resolución, por lo que se ve, le habían hecho perder el sueño a los andaluces, dada su trascendencia.
Pero ese afán de cambiar el tono de la réplica política va a más. Ahí está para demostrarlo la vicepresidenta del PP, Teófila Martínez quien, misteriosamente, ha eludido cualquier valoración de la OPA de Gas Natural sobre Endesa-Sevillana. En contra de las indicaciones del mismo Arenas, que encomienda a sus correligionarios que se "metan en todos los charcos", la alcaldesa de Cádiz, sorprendentemente, prefiere quedarse al margen por no ser, dice, un asunto de su competencia. Ni siquiera el hecho de que su ayuntamiento tenga el control mayoritario de Eléctrica de Cádiz, empresa que distribuye la energía en su ciudad, en sociedad con la propia Endesa y Unicaja, le da pie a opinar al respecto.
Claro que, bien pensando, muchos alcaldes tienen escasas razones para rasgarse las vestiduras por el hecho de que una empresa determinada caiga en manos de los catalanes, máxime después de que hayan entregado, como así lo hicieron muchos, los servicios de recaudación de sus impuestos y tasas a entidades como la Caixa con la que, además, no les importa cerrar ventajosos acuerdos financieros en detrimento de las cajas andaluzas. Para colmo, hasta se atreven a vender la joya de la corona de todo patrimonio municipal, como lo constituyen sus respectivas empresas de aguas, a firmas tan poco locales como Aguas de Barcelona (AGBAR), también, por cierto, vinculada a dicha caja catalana.
Menos mal que ahora viene la plataforma Andaluces por el Cambio presentada a bombo y platillo en Málaga por Mariano Rajoy, un instrumento llamado a dar nuevos bríos al centro derecha andaluz aunque sea a costa de esconder las siglas del PP. Su aparición en el panorama político andaluz puede darle algún aliciente, sobre todo, después de las últimas encuestas que, lejos de detectar el impulso Arenas, agranda, escandalosamente, la ventaja de los socialistas, precisamente, los que encargaron dicho sondeo.
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