OPA
El autor afirma que el principal problema que plantea para los valencianos la OPA de Gas Natural sobre Endesa es que no participan en ella y critica a los 'patriotas' que ven "la larguísima mano del impagable Carod Rovira"
Lo que le ocurra a España toda, no lo sé, pero el principal problema que plantea a los valencianos la OPA de Gas Natural sobre Endesa, es más que evidente: nosotros no estamos. Sí están, sin embargo, catalanes y madrileños a través de sus respectivas cajas de referencia: la Caixa y Caja Madrid. Ésta, porque posee el 9% de la eléctrica, y aquélla, porque, además de participar directamente con el 5% de su capital, también controla el 32,3% de Gas Natural que es quien pretende ahora su compra.
Naturalmente, a los numerosos patriotas de ocasión que pueblan el partido de la oposición (con la honrosa excepción de Piqué) y a sus bulliciosos medios de comunicación afines, les ha faltado tiempo para clamar contra una estrategia que ellos denuncian como política, más que económica, y sugerir que detrás de ello está la larga, larguísima ya, mano del impagable Carod Rovira y su "exótico" tripartito. Patriotas de ocasión, digo, porque son los mismos que permanecieron completamente mudos mientras aquellos liberales y dinámicos chicos de Aznar y Rato decidieron privatizar todo lo privatizable, sin importarles demasiado en qué manos cayeran; a excepción, eso sí, de los presidentes de las empresas liberadas, los cuales debían ostentar, cuando menos, el honroso título de compañero de pupitre del gran líder de las Azores. Lógicamente, Rato, que no es tonto, hubo de sacarse de la manga la famosa "acción de oro" con el fin de salvar la cara y aparentar así que, durante un tiempo al menos, se garantizaría la españolidad de las compañías privatizadas.
Habrá que averiguar por qué a la derecha española le cuesta tanto ser liberal en economía
La historia, a partir de aquí, ya la conocemos. En cuanto el asunto de la "acción de oro" llegó a los tribunales europeos, éstos dijeron que de eso nada; que los accionistas son soberanos en sus decisiones, y que aquí, si se juega al mercado, se juega con todas las consecuencias. O sea, que si Telefónica, REPSOL, Endesa, Iberia o Gas Natural, por poner algunos ejemplos, son ahora totalmente privadas, pues lo deben ser a todos los efectos; y que si los gobiernos quieren mantener el control para evitar absorciones por parte del capital extranjero, pues que lo hagan, manteniendo un paquete significativo de acciones que les permita garantizar su presencia en el consejo de administración (como hicieron France y Deustche Telecom, por ejemplo), pero que interferir desde afuera en las decisiones de los accionistas, nada de nada.
Y en eso estábamos, cuando, afortunadamente para Rato, y para todos nosotros, La Caixa de Barcelona, y el BBVA, o sea, catalanes y vascos, matizaciones al margen, tomaban participaciones significativas en las empresas más importantes (Telefónica, Repsol, Gas Natural, Iberia, etc.) garantizando así la españolidad de las mismas y fortaleciendo su núcleo duro ante posibles ataques de multinacionales foráneas. No estuvieron solos, desde luego; Caja Madrid entró con fuerza en Iberia y Endesa, y el BSCH en otras tantas, pero sin duda, el tándem BBVA-La Caixa ha sido el más activo.
En resumen, que pasada a mejor vida la "acción de oro", el débil capitalismo español tuvo la inmensa suerte de disponer de unas entidades financieras lo suficientemente sólidas y con marcada vocación industrial, como para hacer frente a los desafíos de la economía global en numerosos sectores estratégicos. Y sin embargo, ahora, los privatizadores de antaño, en lugar de proponer un merecido y patriótico homenaje a aquéllas, por su acertada estrategia y su visión de largo alcance, se dedican a sembrar dudas irresponsables sobre la bondad económica de sus intenciones, ligando éstas, incluida la OPA, a intereses cuasi provincianos, exclusivamente catalanes. ¿Antes no, y ahora sí?
Todo ello, claro está, para desgracia de unos accionistas, los de Gas Natural y Endesa, que asisten perplejos a las declaraciones del portavoz parlamentario del PP sugiriendo maniobras partidarias y ausencia de racionalidad económica en un asunto que afecta a algo tan delicado como su patrimonio. Algún día habrá que averiguar por qué a la derecha política española le cuesta tanto ser liberal en Economía, y se empeña, además, con interés digno de mejor causa, en desconocer la enorme sensibilidad de los mercados a las declaraciones políticas, sean éstas sensatas o escasamente fundamentadas, como las suyas.
En fin, que tal vez a algunos de estos patriotas "españoles" que tanto abundan por estos pagos les hubiera gustado más que Endesa fuera comprada por alguna de las multinacionales del sector que están al acecho en numerosos países de nuestro entorno, por el simple hecho de que éstas no tienen un catalán en su consejo de administración.
Y respecto de las Cajas de Ahorro, si se quiere acabar de verdad con las dudas razonables sobre su posible manipulación política, los grandes partidos lo tienen muy fácil: modifiquen la ley para que nunca más sea posible que su consejo de administración responda de manera casi clónica a la mayoría gubernamental. Lo demás es hablar por hablar y marear la perdiz, a la espera de que llegue el siguiente turno. Que llegará.
Andrés García Reche es profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia
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