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El congreso de teólogos pide a la Iglesia una nueva doctrina social

No es posible soñar con un mundo en paz sin luchar por erradicar la pobreza en que viven millones de personas, proclamó el presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Julio Lois, ante el congreso que su organización celebra este fin de semana en la sede de Comisiones Obreras, en Madrid. Asiste un millar de personas, en su mayoría mujeres y profesores de catolicismo, que ayer reflexionaron a fondo sobre las causas de la violencia en sociedades y entre personas que se dicen cristianas y religiosas.

"La Iglesia debería facilitar en su interior el debate sobre una nueva doctrina social", reclamó el sacerdote vasco José Ignacio Calleja, profesor de la Facultad de Teología de Vitoria. Propuso algunos ejemplos (el trabajo, el paro, las pensiones, la globalización y el desarrollo), y sostuvo que hay margen teológico y económico para esa nueva doctrina social de la Iglesia católica, frente a un mundo en el que los 500 individuos más ricos tienen ingresos más importantes que los 416 millones de personas más pobres, y donde una de cada cinco personas, más de 1.000 millones de seres humanos, viven con menos de un dólar al día, como acaba de decir el Informe 2005 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Complicada herencia

El teólogo Calleja participó en un debate sobre Educación y violencia junto al filósofo Manuel Ortiz de Urbina y la psicopedagoga María Isabel Fernández, y todos coincidieron en que el mal empieza en la raíz, y debe erradicarse en el principio. "Como cristianos participamos de una herencia cultural y moral que ha justificado y aún animado las más terribles violencias y guerras por causa de la religión", dijo el teólogo vasco. Hablando sobre el amor que predica Jesús, el fundador cristiano, añadió: "El amor, con todo, no se libra de provocar conflictos y persecuciones. Los que mantienen la verdad de la no-violencia secuestrada en la injusticia, no pueden apelar a Jesús. El significado de la paz o es integral, en un sentido histórico y progresivo de la palabra, o es una ideología edulcorada".

Los teólogos también reflexionaron ayer sobre terrorismo, que tantas veces golpea y mata, aquí y allá, en nombre de las religiones, después de escuchar las tesis de un vasco, víctima de esa terrible lacra (el economista Mikel Buesa, hermano del político socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA hace cinco años); de un musulmán (Mansur Escudero, psiquiatra y dirigente de la Federación de Comunidades Islámicas de España), y de un judío (Abel Isaac de Bedoya, de la Comunidad Judía de Madrid).

Otra lacra infame, la violencia machista (doméstica o familiar), ocupó el tiempo de los congresistas después de escuchar a una gran experta en la materia, la fiscal María Isabel Carballido González, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Poco antes, la misionera Loreto Campanet, que trabaja en Guinea Ecuatorial, había encogido el corazón de los congresistas relatando la situación -inaudita, terrible, real- de cientos de miles de niños esclavos en África.

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