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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Se cambian novelas

Uno vive abroquelado en literatura, quizá queriendo ser un Umbral o quizá conformándose con tener un aire a lo Umbral. Uno mira en torno a su casa y lo que ve son papeles, tablas, estanterías donde los libros se asfixian amontonados. Entonces uno comprende que la literatura se le está muriendo hacinada, o que en cualquier caso se le está asfixiando viva. La literatura, claro, es de quien la lee; pero también es de quien la escribe. Como todo lo verdadero, la literatura es de quien la trabaja, y no del que la acumula. Uno se fortifica entre anaqueles y repisas de libros que se ahogan en su peso, y resulta que en vez de encontrarse la literatura escrita en un sitio u otro, va y anda agarrada, por ejemplo, a un ruido, al repiqueteo de alguien que escribe. Hay más literatura donde hay más vida.

FNAC-EL Triangle dedicará la semana próxima un ciclo a la novela popular. Estarán, entre otros, Silver Kane, Lou Carrigan, Curtis Garland...

Entre los días 12 y 14 de septiembre, FNAC-El Triangle organiza un ciclo de charlas que lleva el violento título de La novela 'pulp' española. Existe una violencia de género literario, que es una violencia de lectura callejera y de escritura atropellada. Participarán, entre otros, Silver Kane, Lou Carrigan, Curtis Garland, Frank Caudett, Alexis Barclay, Blanco Chivite y César Mallorquí. Muchos de ellos han sido escritores nocturnos y empleados diurnos. En su obra tienen una violencia de rifles y pistolas destinada a soldados y ancianos, y una violencia de besos y romances para cajeritas y peluqueras. Cada uno a su manera ha hecho una literatura de comunidad de vecinos, de banco público, de cambio e intercambio ("se cambian novelas")... Entre todos han escrito una literatura de bolsillo, que ha sido una literatura popular de gente que va al trabajo o que no va a ninguna parte, porque es domingo o porque no tiene bien a dónde ir. En ciertos casos, la de estos escritores fue una literatura de perdedores que habían perdido una guerra civil y con ella sus empleos, sus carreras y sus ilusiones políticas, y para poder comer se inventaron otras ilusiones más prosaicas, y las emplazaron en los despachos del FBI y en los desiertos de Arizona. Es una literatura de se cambian novelas escrita para un país donde no se podía cambiar nada, y también una literatura anónima, o seudónima, que aquí viene a ser lo mismo.

Ahora estos escritores llegan para contarnos su historia de trabajadores de la novela, o la de sus padres, o la de sus esposos difuntos, que es la historia esencial de la literatura, porque la literatura, ya se ha dicho, es de quien la trabaja. Viene, por ejemplo, Lou Carrigan, el creador de la espía mortal Baby que opera para la CIA y de un buen puñado de bolsilibros de ciencia-ficción. Lou Carrigan se llama en realidad Antonio Vera Ramírez, y sin embargo ha escrito: "Yo nunca he sido más yo que cuando he sido Lou Carrigan". Hay más verdad en la portada de un bolsilibro que en la faja de una promoción editorial. Es más auténtico, le es más leal a la fiebre de la literatura, un escritor de novelas de quiosco que un autor de novelas con subvención. También viene Silver Kane, por supuesto, a quien el mágico Alejandro Jodorowsky ha llamado "mi ídolo español". Palpita una prosa bronca y evidente en las novelas de Silver Kane, abunda en ellas una hipnótica intuición para colocar como un cartucho de dinamita la frase hecha: "Todos oyeron el grito y salieron al exterior con los revólveres a punto. Ni el sheriff ni sus agentes eran mancos". Silver Kane, bueno, Francisco González Ledesma, se inició a los 15 años trabajando de negro para su tío Rafael González, un periodista republicano condenado en rebeldía a 12 años de exilio. A su vuelta de Francia, Rafael González reeditó la revista Pulgarcito y participó en la creación de muchos personajes legendarios de Bruguera. Acaso por este motivo, los tebeos de esa época están llenos de perdedores solitarios, como el Reporter Tribulete, Don Pío, Carpanta, Doña Urraca... Y desde luego viene César Mallorquí, el hijo de José Mallorquí, el creador del Coyote, "el héroe de todos los buenos californianos, el enemigo implacable de los rapaces yanquis que pretendían destruir la verdadera California". En el árbol de la zoología, un coyote es un zorro proletario. En José Mallorquí la vida y la literatura se agarran una a otra en un naufragio que ambas están presintiendo. Hijo natural, José Mallorquí llevó los apellidos de su madre, Eulalia Mallorquí Figuerola. Con su personaje César Echagüe, que enmascarado se hacía llamar el Coyote, José Mallorquí fue tan popular en España como Julio Verne y Pérez Galdós. A la primera esposa del Coyote, el escritor le dio el nombre de su propia mujer, Leonor del Corral. Uno de los hijos de José y Leonor lleva el nombre de César, quizá en agradecimiento al protagonista de la serie que les hizo un poco ricos. En 1971, Leonor del Corral murió de leucemia. José Mallorquí fue incapaz de soportarlo, una dolencia de la espalda le apartó de la máquina de escribir, y un año y medio después puso fin a la novela de su vida con un punto de plomo. La literatura es el ruido que hacen los escritores cuando golpean sus yemas contra las teclas. Hay más literatura donde hay más vida, y por eso los escritores cambian vida por literatura como otros cambian novelas.

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