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Una antológica revisita la reivindicación de la pintura por los artistas de la Transición

'Tiempos de libertad' reúne en Vitoria una treintena de obras realizadas entre 1975 y 1990

En 1975, España pasó del blanco y negro al color. El tópico tiene su mejor expresión en el mundo de las artes plásticas, como refleja la exposición Tiempos de libertad, que ayer inauguró la Fundación Caja Vital, en la que se recorre la expresión artística de los primeros quince años tras la muerte del dictador Francisco Franco. Barceló, Broto, Campano, Navarro Baldeweg, Cristina Iglesias, Susana Solano, Carlos Alcolea, Sicilia, García Sevilla, Pepe Espaliú,... La nómina es bien conocida y su trabajo, la muestra de una inquietud artística por volver a la pintura.

Tiempos de libertad. Arte en España de 1975 a 1990 es el cuarto episodio de la serie de exposiciones con la que la Caja Vital ha recorrido durante las últimas temporadas en su sede (Postas, 13-15) el arte español del pasado siglo. Es también la expresión de una forma de entender el mundo que corresponde con el cambio político en el país. No hay ruptura con la generación anterior, la de Eduardo Arroyo, Canogar o Equipo Crónica, el referente de Tàpies es evidente en muchos de ellos, pero sí se vive el disfrute de la creación artística en unas circunstancias de euforia evidentes, alejadas de todo condicionante político.

Cada uno de los autores presentes en la antológica, que integran 30 obras, bebe de su propia tradición, tanto nacional como internacional, comunicación que no se había roto ni en los peores años de la posguerra. La diferencia con sus hermanos mayores estriba en el interés casi puramente artístico de su labor creadora. "Hay tres líneas fundamentales en los pintores de aquellos años: la vinculación con la corriente parisina Pintura-pintura y Tàpies, como se ve en Broto o Teixidor; la referencia a José Guerrero y Gordillo en los pintores andaluces y la nueva figuración madrileña, respectivamente, o las influencias neoexpresionistas de carácter nórdico que traen Eva Lootz y Adolfo Schlosser, que vinieron de Austria", explica Fernando Francés, comisario de la muestra.

Lo cierto es que había llegado el momento de la pintura. Por eso, el referente en el campo del pop es Luis Gordillo quien, según destacó Francés, no mediatizó políticamente su obra tanto, en apariencia. Seguidores suyos fueron Guillermo Pérez Villalta, Chema Cobo, Carlos Alcolea o Juan Antonio Aguirre, quien también ejerció como programador de exposiciones en la madrileña sala Amadís.

En esos momentos, finales de los setenta y principios de los ochenta, todos han decidido volver al estudio y dedicarse a pintar. Óscar Alonso Molina cita expresamente en el catálogo de la muestra la figura de Carlos Alcolea, por el trabajo intelectual que aplica a sus cuadros, en los que muchas veces se fuerza la figuración hasta los límites de lo abstracto. Murió pronto, en 1992, sin conocer el reconocimiento popular que han tenido otros de sus compañeros de la nueva figuración madrileña.

Otro caso singular es el de Juan Navarro Baldeweg, conocido en Vitoria sobre todo por su proyecto de Auditorio. Su pintura, tan interesante como su arquitectura, se inicia en el conceptualismo, en compañía de Eva Lootz, también presente en la exposición, o de grupos de vanguardia como Zaj. Todos ellos tenían, sobre todo, un espíritu individualista y cada uno siguió su propia carrera. Así Baldeweg pasó a la figuración (como refleja la obra incluida en la exposición, El patio, de 1989) a desembocar años más tarde en el abstracto.

Cada uno llevaba su propio camino, pero todavía no se había perdido el interés por la creación de grupos de artistas que apostaran por una línea de trabajo definida, al estilo de El Paso o Dau al Set.

Es el caso de Trama, deudor de Tàpies, al que pertenecen entre otros José Manuel Broto y Xavier Grau, incluidos en la antológica. Ambos, influidos por las últimas corrientes filosóficas y artísticas francesas, practican una abstracción minimalista y sintética, como bien se aprecia en la obra seleccionada de Grau. Broto evolucionó hacia el expresionismo, influencia germano-estadounidense, que tendrá sus compañeros de viaje en Miquel Barceló o José María Sicilia, un trío que mantiene la tensión pictórica hasta el último momento.

La apuesta por la pintura, apasionada siempre, decae a finales de los ochenta. Los que han obtenido un lugar en el escenario (todos presentes en la muestra) continúan su trabajo en el taller. Surge entonces el interés por la escultura. Miquel Navarro, Cristina Iglesias, Juan Muñoz, Pepe Espaliú, Jaume Plensa o Susana Solano son los principales responsables de ese nuevo envite creador. Sus trayectorias son muy personales, en las que hay escasa vinculación formal o temática, pero que pretenden, cada una de ellas, la implicación del espectador en la propia obra.

La serie de exposiciones Arte para un siglo, a la que pertenece Tiempos de libertad y que Caja Vital lleva realizando desde hace tres años, concluirá con una muestra de la última creación, prevista para el inicio de la próxima temporada.

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