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Reportaje:VIOLENCIA EN IRAK

"El puente va a estallar"

Algunas víctimas cayeron al suelo y fueron pisoteadas por la multitud. Otras se lanzaron a las turbias aguas del río Tigris desde una altura de 30 metros

Los rumores de que había un terrorista suicida entre la multitud desencadenaron ayer la estampida que acabó con la vida de cientos de personas durante una peregrinación chií en la orilla del Tigris. La multitud que se agolpaba ante varios controles para registrar a los peregrinos en busca de bombas contribuyó a aumentar el horror.

"Cuando la multitud estaba sobre el puente, más de uno comenzó a gritar: 'El puente se va a hundir, el puente va a estallar", relata Jalid Fadhil, un joyero que fue testigo de la estampida. "Entonces la gente comenzó a correr atrapados por el pánico, empujándose los unos a los otros, tratando de escapar. Algunos se cayeron al suelo y entonces fueron pisoteados por la multitud. Muchos otros se lanzaron al Tigris".

Hay tantos cadáveres en el hospital que los médicos tienen que moverse entre muertos
"Sentí que estaba a punto de desmayarme, no podía respirar", dice una superviviente
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Algunos cayeron a las turbias aguas del río desde una altura de 30 metros. Otros, los que se encontraban al principio o al final del puente, se estrellaron contra el suelo y sus cadáveres se quedaron en la ribera. "Vi cómo una mujer anciana, llorando, se lanzó desde el puente al río", narró Fadhil. "Vi a otro hombre caer sobre el cemento de la ribera y morir inmediatamente. Vi cómo sacaban muertos asfixiados. Otros corrían mientras gritaban 'Alá es grande", continuó.

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"Todos los que fueron capaces de nadar sobrevivieron. Aquellos que no sabían murieron", afirmó Sattar Jabbar, de 22 años, un miembro del Ejército del Madhi, la milicia del clérigo chií radical Múqtada al Sáder, que se encargaba de proporcionar la seguridad durante la peregrinación y que ayudó al traslado de los muertos y de los heridos.

En su ruta, los peregrinos tienen que atravesar un barrio suní en la parte este del río con una población que sigue siendo muy leal a Sadam Husein. Numerosos testigos aseguraron que los suníes de la ribera este se lanzaron para intentar salvar a las víctimas de la estampida y que trasladaron a numerosos heridos a una mezquita y un hospital cercano. Muchos vecinos se lanzaron al río inmediatamente para tratar de socorrer a los heridos o para sacar a los muertos del agua, otros lo hicieron en barco.

"Sentí que estaba a punto de desmayarme, que no podía respirar", afirmó Mariam Abbas, una peregrina de 22 años, vestida con una abaya, un vestido negro que tapa completamente desde los pies a la cabeza, y que llevan la mayoría de las mujeres en las zonas de Irak donde los chiíes son mayoritarios. Un joven logró agarrar a Abbas cuando estaba a punto de caerse, relata. "Me sujetó entre sus brazos, me levantó y me llevó hasta el final del puente", en la parte suní del Tigris. Ya en el suelo y a salvo, le tiró agua a la cara para despertarla completamente y salió corriendo para ayudar a más gente. "Gracias a Dios, pude terminar mi peregrinación", afirmó.

Un mar de zapatos abandonados se quedaron ayer sobre el puente de Al Aima como testimonio de la magnitud de la tragedia. "Ha sido un infierno total", aseguró a la agencia France Presse un miembro del Ejército del Madhi. "Son las mujeres las que tenían mayores dificultades para correr porque las abayas impedían que se moviesen con libertad", agregaba.

"Oímos que había un suicida", relató a la BBC Alí, que logró sobrevivir después de tirarse al río. "Todo el mundo empezaba a gritar, a perder los nervios, así que me lancé al Tigris, nadé y logré alcanzar la orilla", prosiguió su relato.

Cuando el pánico prendió entre la multitud, un poco después de las 10.30, el puente era utilizado en los dos sentidos por miles de peregrinos que iban al mausoleo de Musa al Kadim o que volvían de este lugar sagrado desde los principales barrios chiíes de la capital: Ciudad al Sáder, Chaab al Kahira o Al Yadida.

Antes de los disparos de mortero sobre la multitud, ya se vivieron momentos de tensión. El primer rumor que corrió entre los peregrinos era que se estaban vendiendo alimentos envenenados a los peregrinos. Algunos policías hicieron un llamamiento para que nadie comprase nada para comer o beber a su paso por el barrio suní de Adamiya, separado de Kadimiya por el río Tigris.

Cuando la barrera de protección del puente cedió, los que no murieron ahogados al tirarse al río murieron asfixiados por la multitud o pisoteados. Muchos ancianos sucumbieron asfixiados, mientras que muchos niños fueron aplastados por la multitud en medio del pánico general.

"Las primeras víctimas fueron transportadas a los jardines cercanos al mausoleo del imán Musa al Kadim", indicó el miliciano del Ejército del Madhi, mientras las ambulancias no paraban de llegar al barrio que se encontraba en medio del caos y del horror.

"Hay muchos cuerpos en el río y estamos tratando de recuperarlos desde barcos", relató un policía. "Hay decenas de ellos ahí abajo. Es muy difícil de calcular aún, pero creemos que los muertos son más de 500", explicó a la agencia Efe un miembro de los servicios de socorro.

En el hospital de Noomane, en el vecino barrio suní de Adamiya, los cuerpos estaban alineados en los pasillos ante la falta de un lugar mejor. "Vi como entraban los cadáveres en el hospital. Había tantos que teníamos que dejarlos en el suelo por todas partes. La gente tiene que moverse entre los muertos", explicaba un médico de uno de los hospitales que recibieron a víctimas de la tragedia.

Peregrinos chiíes caminan entre los miles de zapatos abandonados durante la estampida.
Peregrinos chiíes caminan entre los miles de zapatos abandonados durante la estampida.REUTERS

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