La Iglesia católica se siente amenazada y prepara un 'otoño caliente'

La Iglesia católica afronta el otoño en actitud de combate, muy preocupada por su futuro en España. Prácticamente todas las cuestiones que la afectan están sometidas a revisión o en crisis: la copiosa financiación que recibe del Estado, cuyo fracasado régimen transitorio, acordado en 1987, lleva muchos años caducado; el cambiante estatus de la asignatura de catolicismo en la escuela pública y el conflictivo sistema de elección de sus docentes (que hoy contrata y paga el Estado, pero seleccionan los obispos para cada curso), y el régimen fiscal de algunas de las actividades eclesiales, en auténtico paraíso, entre otros asuntos.

"Hay años en los que, aunque llueve poco, las aguas bajan muy revueltas", dijo el presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, en julio pasado, sobre la esa avalancha de reformas. Días más tarde, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, invitaba a sus fieles en El Escorial (sede veraniega de la Universidad Complutense de Madrid) "a la oración para hacer frente a la reforma educativa", la que más les preocupa ahora. El arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, otro de los grandes jerarcas del catolicismo, había dibujado antes un panorama desolador de la sociedad española. "Hay que repetir la hazaña de los primeros evangelizadores. Sólo la firmeza de los mártires pudo quebrar la prepotencia de los emperadores", dijo.

El episcopado cree que se enfrenta en España a una crisis religiosa sin precedentes -lo que obliga a los católicos a una actitud de cruzada, martirial, de "nueva evangelización", en palabras de Rouco-. Según los prelados, España, antaño misionera, sería hoy un país de misión.

Lo peor es que lo que ocurre aquí, según ellos, marca una trayectoria europea de "laicismo fundamentalista y negación cristiana". Es la visión catastrofista de la curia vaticana, por boca del cardenal Fidel Herranz, del Opus Dei, colmada por el portavoz episcopal español, el jesuita Martínez Camino, cuando tachó como el peor momento de la Iglesia "en sus 2.000 años de existencia" el día en que el Gobierno acordó la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo y su derecho a adoptar.

Esa reforma sacó a la calle en manifestación a una veintena de obispos, el cardenal Rouco entre ellos, por primera vez en España desde la muerte del dictador Franco. Fue el 18 de junio, en una multitudinaria marcha sobre Madrid convocada por el Foro Español de la Familia. Este otoño, el ariete episcopal contra la reforma educativa será la Confederación Católica de Padres de Alumnos y de Familia (Concapa), la misma que en 1983 reunió a medio millón de manifestantes contra la primera gran iniciativa educativa de Felipe González, la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE).