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Filmoteca de verano | GENTE
Columna
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Paseos románticos por la playa

'Tal como éramos' es una película romántica y debe mantenerse lejos de los adultos sentimentales. El verano es propenso a reencuentros que despiertan viejas historias (la novia que nos llevó a pasear en el barco de su padre, el novio que ganó el concurso Mister Calzoncillos Mojados) y que nos sitúan ante la evidencia de certificar que ya no somos como éramos. Procuren no verla con su pareja estable. Podrían acabar como los protagonistas de la película: él durmiendo, ajeno a la pasión de ella, y ella preguntándose en qué momento dejó de controlar el destino. Claro que él era Robert Redford, lo cual siempre deja más margen a la grosería que si eres un mindundi. Ella era Barbra Streisand, representante del sindicato de falsas guapas o de feas atractivas. No lo digo yo, lo dice Juan Marsé: "Guapa no es, pero se comporta como si lo fuera. Posee mucho atractivo, y esa misteriosa cualidad de las guapísimas: bizquea levemente". Con Redford, en cambio, no hace falta recurrir a ningún circunloquio: es guapo y punto.

Total, que a la hora del atardecer no hay quien circule por la playa entre tanto enamorado

Él interpreta a un estudiante que se alista en el Ejército y que luego decide hacerse escritor, primero de prometedores novelas que no lee nadie y luego de películas de indios y vaqueros en el Hollywood inquisitorial de la caza de brujas. Ella es una activista judía y comunista, tan preocupada por la Guerra Civil española como por Hiroshima, más fiel a sus principios que a sus sentimientos. Como tantas parejas perfectas, Redford y Streisand discrepan sobre casi todo, aunque se quieren locamente. Eso implica que se les vea retozar, remar en un lago del Central Park y dar un paseo por la playa de Malibú, lo que afectó a nuestras costumbres. Redford y Streisand, románticamente abrazados, dan un paseo por esa mítica playa californiana. Hace frío y él lleva un jersey de cuello alto blanco mientras ella luce un gorrito que no empeora su atractiva fealdad. La escena es muy romántica, y el hecho de que sea breve confirma que los momentos de compenetración duran poco y que cunden más las eternas discrepancias.

Lo malo es que, a partir de Tal como éramos, estrenada en 1973, empezaron a pulular parejas románticas que intentaban emular a los dos actores. Un detalle importante: a la pareja la acompaña un perro cuyo pelaje está debidamente estudiado para no desentonar ni con el rubio flequillo redfordiano ni con el gorrito streisandiano. Total: que a la hora del atardecer no hay quien circule por la playa entre tanto enamorado. Que no cunda el pánico: el hechizo no dura. Podrán quererse y respetarse, podrán acordarse el uno del otro y, en la intimidad, suspirar por los veranos o por tal cómo eran, pero se separarán. Es una de esas películas que hacen llorar, porque los amores imposibles, sobre todo los ajenos, provocan un sano desahogo. En el momento de romper, Redford hace valer su prerrogativa de guapo y le dice a Streisand una de las frases que inventó el cine para que los guapos pudieran utilizarla contra los feos (atractivos o no): "Creo que lo nuestro no puede seguir. No creo que pueda salir bien". Pese a su pobreza argumental, la frase coló y aún se usa a la hora de mandar a alguien a freír espárragos. Y es que la realidad imita el cine. En según qué playas, Streisand y Redford lo tendrían difícil para repetir su paseo entre tantos vendedores de helados, latas y pulseras, masajistas chinas, traficantes de poca monta, hacedoras de trenzas y pedigüeños. Es un mogollón que recuerda esa viñeta de Zipi y Zape en la que se ve a Zape surfeando sobre las cabezas de una multitud de bañistas. Zipi le pregunta: "¿Cómo está el agua?". Y Zape responde: "No sé, aún no la he tocado".

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