Una apuesta por el diálogo y la modernidad

Ante el artículo publicado recientemente en este periódico, firmado por Andrés Martínez Espinosa, con alusiones directas y ofensivas a la Fundación Nueva Cultura del Agua que presido, me veo en la necesidad de hacer algunas precisiones.

La Fundación Nueva Cultura del Agua es una institución científica que dispone del apoyo de setenta universidades españolas y portuguesas. Como tal institución académica, la fundación en ningún momento se ha identificado con ningún partido político, ni institución pública o privada; aunque, eso sí, en todo momento ha estado abierta a colaborar con unos y otros, sin excepción, desde el ámbito científico-técnico que le es propio. En este sentido, hemos colaborado, por medio de nuestros estudios, tanto con el PP como con el PSOE (con ambos, tanto en la oposición como en el Gobierno) y con el resto de partidos (IU, IC-V, ERC, CHA, BNG, CiU, PNV...), cuando unos u otros han solicitado nuestra opinión sobre algún tema relacionado con la gestión de aguas.

Han sido numerosos los requerimientos recibidos de múltiples asociaciones ciudadanas, sindicales y ecologistas, tanto a nivel regional (prácticamente de todas las Comunidades Autónomas), como a nivel nacional e internacional. La multitud de trabajos realizados, muchos de ellos publicados, y el prestigio ganado con ellos como institución científica independiente, motivó igualmente que la Comisión Europea solicitara a la Fundación Nueva Cultura del Agua, en reiteradas ocasiones, asesoramiento respecto a las polémicas suscitadas en Bruselas a propósito del polémico Plan Hidrológico Nacional del anterior Gobierno.

Durante los últimos años, se ha venido solicitando nuestra opinión y asesoramiento por parte de múltiples colectivos sociales del País Valenciano, y en particular de la Plataforma Ciudadana Xúquer Viu, a propósito del proyecto de trasvase Júcar-Vinalopó. Recientemente, la fundación fue convocada a participar en la Comisión Técnica que el Gobierno impulsó sobre este conflictivo proyecto, en el marco de su política de abrir el diálogo social y técnico sobre los principales conflictos de aguas. Un prestigioso equipo interdisciplinar de la fundación, coordinado por el ingeniero Antonio Estevan, ha estado al cargo de esta labor. Sus trabajos, conclusiones y recomendaciones han sido presentados en diversos foros, además de en la propia Comisión Técnica.

Tal y como ha quedado bien documentado en estos trabajos, el proyecto de trasvase, en su versión original, era un mal proyecto, desde el punto de vista técnico, en la medida que estaba sobredimensionada la disponibilidad de caudales trasvasables (entre otros argumentos). Desde Cortes, el volumen trasvasable hubiera sido muy escaso (menos de 10 hectómetros cúbicos en media, con situaciones pluviométricas como las de los últimos 20 años); y lo que es más grave, en años de sequía, como el actual, no se podría trasvasar ni un solo metro cúbico. En estas condiciones, el coste del metro cúbico trasvasable, se hubiera disparado a niveles que hacían el proyecto no rentable.

Como se ha explicado en reiteradas ocasiones, la Fundación ha venido identificando como solución óptima la combinación de proyectos de desalación y reutilización, complementados con un trasvase desde el embalse de Alarcón (por el acueducto Tajo-Segura). Tal enfoque ofrece un nivel de garantía en el abastecimiento de caudales muy superior al que generan las estrategias basadas exclusivamente en trasvases (ineficaces en años de sequía), a costes inferiores.

No obstante, ante las presiones políticas y sociales generadas en torno al trasvase en cuestión, la fundación complementó sus trabajos con el diseño y valoración de la propuesta promovida por los regantes y ayuntamientos del Bajo Júcar, basada en realizar la toma desde el azud de la Marquesa. Los argumentos técnicos explicados en el artículo de Antonio Estevan que publicó recientemente este periódico, no dejan dudas sobre la mayor racionalidad de esta opción, que permite, ante todo, trabajar con una mayor flexibilidad y disponibilidad de caudales trasvasables.

En todo caso, una vez aclarados estos extremos, la Fundación Nueva Cultura del Agua, que siempre está abierta al diálogo y al debate respetuoso, de carácter científico-técnico, no entrará a responder posibles réplicas, si éstas mantienen el tono insultante y de descalificación que presidió el artículo que ha motivado esta carta.

Afortunadamente, junto a este tipo de actitudes de confrontación, que algunos promueven, parece imponerse poco a poco el camino del diálogo que el Ministerio de Medio Ambiente viene impulsando con acierto y perseverancia.

Pedro Arrojo Agudo es Presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua.