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Cuando soy buena soy mejor | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Columna
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Hombres y tomates

Todavía resuenan en mi cerebro, o lo que sea que me queda por estas fechas, las palabras que encierran la advertencia papal: no tomarás a la Iglesia por un Bien de Consumo. Muy bueno, para El club de la comedia como mínimo.

Recapacito acerca de ello mientras paseo a mi perro. Los fines de semana, a la temprana hora en que le saco a trotar, por mi barrio sólo circulan dos tipos de peatones: los jóvenes autóctonos (ralea de pirómanos) que, haciendo eses, buscan una cervecería en donde recordar la recién cumplida hazaña de destrozar el mobiliario urbano; y los turistas en calzones cortos que, guía en ristre, aspiran a poner la huella retorcida de Gaudí en su verano. Ayer, a sólo 16 grados y con la rasca que venía de los Pirineos afilando el sol amarillo, una sarta de hombres en bermudas se quedaron congelados ante la Pedrera, y eso me calentó por dentro. Porque los hombres en bermudas, como toda mujer sabe, no resultan sexy, por demasiado explícitos.

Como Hombres-Hombres en lo que se refiere a cuartos traseros, hoy en día sólo nos queda recurrir a la Guardia Suiza del Vaticano

En cambio, un hombre ataviado con traje de jugar al polo, peleándose con su mujer, llamó poderosamente mi atención, vía Salsa rosa. ¿Que por qué dediqué mi atención a Salsa rosa? No se me pongan remilgados. Era eso o el Papa versión almíbar en TVE, la de Casi Todos. De modo que, cuando me percaté de que en pantalla teníamos imágenes inéditas del Aspirante al Trono de Francia poniendo a caldo a su señora, me apoltroné, lista para concentrarme en su Apabullante Trasero. Si alguien ha tenido alguna vez el Pasado Detrás Suyo es don Luis Alfonso de Borbón, el que vestía de polo. Por un momento temí que portara el bulto radiactivo extraviado en el aeropuerto de Barajas, pero comprendí que no podía ser: el paquete perdido sólo mide 15 centímetros de ancho por 19 centímetros de alto.

Créanme, como mujer infradotada con culo plano y temblor de fémur, y sin querer convertir a don Luis Alfonso en mero hombre-objeto (cuando podría ser emperador de Francia y de la Francofonie, incluida Catalunya, y tal como va el mundo creo que lo será), ni en un tema de consumo, quiero empalar unas frases en honor a don, repito, Luis Alfonso. Mientras su madre rehacía su vida en otro emplazamiento geográfico con aparcamiento para yates (tiene una brújula náutica por corazón; y creo que está haciendo un recorrido sentimental por los sitios do su abuelo lució estatua ecuestre), el primo del príncipe de Asturias (dechado de armonía conyugal, éste) sostenía una trifulca con su santa. Lo hizo con tanto donaire (el pelearse), con tanta gracia, con un brazo en jarras y la otra mano cual ventilador (qué gran galán se ha perdido Almodóvar), mientras marcaba un pandero impresionante, que ahí como que me dio un Delirio Histórico... Menuda mezcla, la de los Franco con los de Orleans. No me extraña que el caballero se pida un Trono.

Cuán distinto de la familia real británica, cuyos miembros, de sangre real o adosados, se caracterizan por el trasero cóncavo y las orejas convexas, algo fatal para jugar al polo, porque cuando se caen se lesionan en seguida, no tienen cojín. Ni siquiera Margarita, cuya licenciosa existencia va a ser objeto de un telefilme de dos horas producido por Channel 4, podía alardear de alegres ancas. Verán, hubo un tiempo en que Channel 4 era lo más en avanzado y progresista de la televisión británica, con guionistas que experimentaban con el medio televisivo, como el malogrado Dennis Potter, cuyo talento (mezclaba canciones y lo último en imagen y la denuncia social y la angustia vital: sin parecer nunca un spot) algún día reconocerá la posteridad. O no. Hoy en día, Channel 4 se comporta como una tele comercial más (el modelo es Fox: la inminente Fox, sin Los Simpson) y, en ciertos aspectos, es tan palurda como cualquiera de las nuestras, aunque infinitamente más ingenua. Con decirles que tiene un espacio dedicado a las "salvajes fiestas del verano español", uno de cuyos principales alicientes es la tomatada de Buñol. Margarita, la licenciosa, se estremecerá en su eterno descanso. Ella, que sólo soportaba el tomate con Absolut.

Gran Bretaña aparte, que está pasando un mal año en general (sobre todo por algo en lo que no se ha hecho suficiente hincapié: la muerte, esa gran injusticiera, se ha llevado a Robin Cook y a Mo Mowland), lo cierto es que las monarquías actuales no gozan ni de la décima parte de licenciosidad o licenciosismo que las de antaño. Vlad el Empalador (cuyo perfil auténtico publicó ayer EPS, dentro de la serie Malos de la Historia), ése sí que se lo montaba, empalando, asando, quemando, despellejando y etcétera (sin chupar sangre: semejante tentempié lo dejó para Tom Cruise y su colegio de señoritas). No puedo ni imaginar cómo habría lucido vestido de jugador de polo.

Hay que reconocer que, como Hombres-Hombres en lo que se refiere a cuartos traseros, hoy en día sólo nos queda recurrir a la Guardia Suiza del Vaticano. En materia de catolicismo, es el único Bien de Consumo que resulta apetecible. Quiera Benedicto que no se nos congelen.

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