Cuestión de prioridades
Respecto a la medida tomada por el Ayuntamiento de Madrid, que exige a los vecinos de la colonia Marconi un pase para entrar de noche con objeto de erradicar la prostitución en ese barrio, PSOE e IU parecen completamente desubicados, al tomar como una cuestión de política partidista lo que es en realidad una cuestión de política de género.
La medida tomada por Gallardón no va a erradicar la prostitución, pero al menos, en cierto modo, penaliza la explotación ejercida por los clientes.
El Parlamento español tendrá que decidirse a actuar frente al dramático crecimiento de la industria de la prostitución y del número de clientes prostituidores, que cada día genera más conflictos, amén de la violencia contra la mujer que ello supone.
Que ciertas mujeres puedan ser compradas es inaceptable. Que alguien pueda comprar la sexualidad de otra persona, de una mujer, de un hombre, de un niño, no es propio de una democracia. Partiendo de esta premisa, se ha legislado en Suecia para perseguir el proxenetismo y disuadir a los hombres de acudir a la prostitución, así como para ayudar a las mujeres prostituidas. Estas medidas, únicas en el mundo, únicas en su éxito en el control de la prostitución, que la han reducido en más de un 80%, hacen que otras políticas, como la holandesa de liberalización de la prostitución, que ha multiplicado por tres el problema, parezcan diseñadas para ampliar y consolidar la industria prostitucional. Abolir la prostitución no socava la libertad sexual. No existe el derecho a irse de putas, más bien libera a las mujeres prostituidas de una situación de explotación y fomenta y hace posible la igualdad entre géneros. Sigamos el ejemplo sueco, antepongamos los derechos colectivos de las mujeres a, por ejemplo, el derecho individual masculino a la libre circulación para comprar sexo.
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