Puntos de vista
Supongamos que el accidente hubiera ocurrido en España (después de suponer que fue un accidente): la pena, claro, hubiera sido igual. Diecisiete hombres jóvenes... Pero pasó en Afganistán. El PP dice que no va a atacar al Gobierno: naturalmente, ¿cómo iba a hacer una cosa así? Y es que de una manera inmaterial relacionan el accidente del Yak con éste, y se presentan como los buenos. No es razonable comparar un avión viejísimo con pilotos agotados con un helicóptero nuevo; sobre todo, el escándalo Yak fue en torno a la identificación chapucera de los cadáveres y al escándalo de la contratación de aquel monstruo medio alado. Pero si la noticia y el suceso se salen de sus goznes es porque este dolor se refiere a un hecho político: nuestra entrada en la guerra de Afganistán, antes de la de Irak, y después, por los refuerzos enviados por ese Gobierno: uno de los muertos llevaba sólo cuatro días. Se acogió la retirada de Irak con júbilo (excepto, claro, ellos); no se movió nadie para lamentar la participación en Afganistán (ochocientos soldados) ¿La diferencia? Burocrática: un compromiso de la OTAN, unas decisiones europeas de solidaridad con el terrible Bush...
No es más justa una guerra que otra: la base es la mentira de inicio, la acusación a ese país de haber provocado el atentado de Nueva York, la de mantener en sus montañas al misterioso viejo Bin Laden y describir la creación de Al Qaeda de tal manera que ya no se sabe lo que es (creo que una amplísima red de guerrillas en las zonas posibles del mundo con poca o ninguna relación entre sí). Previamente nos habían enseñado el horror de los talibán, su canallesco comportamiento con las mujeres, su forma de llevar el islam al extremo. Más y más reportajes: hasta que nos pareció más justo destruirlos. Antes en Yugoslavia: las guerras internas, los crímenes de los jefes, centrándolo todo en la capital. Y en el posible comunismo superviviente. El país desapareció con la guerra, sus fragmentos quedaron aislados y los culpables totales fueron los eslavos del Sur. Nos preparan antes para las guerras; nos producen el pensamiento injusto del bien y el mal; y luego destruyen lo que quieren.
(Talibán: lo digo como manda la Academia. Lo digo mal: talibanes. Taleb, singular, el estudiante; talibán, plural, los estudiantes).
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