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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

México revisa la figura conflictiva de Trotski

La obra del político y escritor que murió asesinado hace 65 años vuelve con la energía de una época cargada de resonancias revolucionarias. Un documental y diferentes actos y exposiciones exploran las luces y sombras de una de las víctimas del terror estalinista

La historia tiene todos los elementos que casarían perfectamente en una novela truculenta: un villano y un perseguido, una revolución de por medio, varios exilios, muertes, atentados, un intento de asesinato y, finalmente, un crimen consumado con tintes de película. Sólo que es uno de los grandes episodios de la historia del siglo XX. El próximo 20 de agosto se cumplen 65 años del asesinato de León Trotski en México: el revolucionario que fue compañero de lucha de Lenin y que fue perseguido por Stalin murió, a los 61 años, a manos del estalinista español Ramón Mercader.

"Son los caprichos cíclicos del azar", dice Esteban Volkov, el nieto de Trotski y único superviviente de la familia, los que han querido que ahora coincidan el funesto aniversario, la realización de un documental a cargo del director argentino-mexicano Adolfo García Videla, una radionovela sobre el asesinato y la aparición, el pasado abril, del supuesto piolet con el que Mercader le quitó la vida al fundador del Ejército Rojo en la casa de la calle Viena de la delegación de Coyoacán, en Ciudad de México.

"Hay que evitar que el comunismo y el marxismo se identifiquen con el estalinismo", comenta García Videla
Trotski dijo: "Cárdenas me ha dado asilo no porque esté de acuerdo con mis ideas, sino porque está de acuerdo con las suyas"

Dos revoluciones del siglo XX, la rusa y la mexicana, y tres capítulos de hora y media. Éste es el filme en el que trabaja García Videla y que busca aún distribución en España. El documental recorre la ruptura de Trotski con Stalin y la llegada del revolucionario a México; su vida anterior al exilio y el contexto sociopolítico del país americano y del mundo de esos años, y, por último, la estancia en México, el llamado Contraproceso o Comisión Dewey, que tuvo lugar en la casa azul de Frida Kahlo, y el asesinato. Este último episodio, cebo del "sensacionalismo", es lo que menos interesa al director de documentales como Los paseos con Borges y Del viento y el fuego, donde acompaña a García Márquez durante el rodaje de su novela Erendira. "Lo importante es conocer las causas que llevaron a ese capítulo sangriento", explica.

Antes ya, Asaltar los cielos, el documental de Javier Rioyo y José Luis López Linares, o la película de ficción de Joseph Losey de 1973, El asesinato de Trotsky, se habían ocupado del episodio que acabó con la vida de Trotski, aunque con "sospechosa filiación antitrotskista", según García Videla. Ahora, una producción mexicana recupera la vida y obra del que ha sido uno de sus asilados más relevantes y controvertidos.

"El mundo es un planeta sin visa para León Trotski", dijo André Bretón. En 1929, Stalin expulsó a quien fue su compañero en el Comité Nacional Revolucionario de la URSS. Desde entonces, acompañado de Natalia Sedova, de su hijo León Sedov, que fundó en París la 4ª Internacional, y de una camarilla de seguidores, inició un exilio que lo llevaría a Turquía, Francia, Noruega y, en enero de 1937, al México de Lázaro Cárdenas.

"Hay que repensar a Trotski", dice Videla, "aunque eso no quiera decir que haya que hacerse trotskista. Hay que evitar que el comunismo y el marxismo se identifiquen con el estalinismo, o sea, con una crueldad absoluta y una destrucción total de los principios humanistas del socialismo", dice. El documental, financiado por TV UNAM y la Casa Museo León Trotsky y con el apoyo, entre otros, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México, muestra a un Trotski intelectual, que firma junto a Bretón y Rivera el Manifiesto por la Libertad del Arte, y al hombre que por encima de todo "luchó contra la traición de Stalin y la degeneración democrática de la URSS". Aun así, queda la decepción de la izquierda ante la utopía, la imposibilidad de ejercerla, por lo que, considera, es "el retraso de lo emocional en el ser humano frente a lo racional". "Con la cabeza lo arreglamos todo", reflexiona, "lo emocional nos traiciona constantemente".

El biógrafo de Trotski, Pierre Broué, fallecido el pasado 26 de julio; el historiador marxista Allan Woods; la viuda de Lázaro Cárdenas; los historiadores Olivia Gall, Guillermo Almeyra y Adolfo Gilly, especialistas en el tema; Octavio Fernández, quien junto a Diego Rivera medió por el exilio mexicano, o el fundador del periódico La Jornada, Carlos Payán, aportan, entre otros, su visión sobre el que se sostiene es "el exiliado más destacado del siglo XX".

Esteban Volkov, de 79 años, contribuye también a desenredar la historia. Siempre con gorra, de ojos azules y maneras inquietas, el nieto de Trotski, que llegó en 1939 a México tras quedarse huérfano después del suicidio de su madre en Berlín y la posterior muerte en un hospital de París de su tío León Sedov, viene a dar testimonio del exterminio sistemático que llevó a cabo Stalin con todo el que tuviera que ver con su enemigo político. Quien el 24 de mayo de 1940, con 13 años, fue herido en el fallido atentado de 20 asaltantes comandados por el muralista estalinista David Alfaro Siqueiros, habla de un Trotski "extremadamente dinámico, disciplinado, optimista, muy jovial, una persona vital". Un hombre al que envejeció repentinamente el exterminio de sus hijos. Por eso protegió al nieto.

Sieva, como lo llamaba Trotski cariñosamente, vivió el último año con sus abuelos en la casa de la calle Viena, convertida en fortaleza tras el ataque de Siqueiros. "El abuelo vivía con escepticismo las obras que se hacían en la casa. Sabía que el próximo ataque no iba a ser de la misma manera, iba a ser de otro tipo. Era la incógnita. Todas las mañanas, según cuenta Natalia, el abuelo decía: nos han dado un día más de vida".

Volkov, químico de profesión y ya jubilado, vivió durante 30 años en la casa que compartió con su abuelo y que es hoy la Casa Museo León Trotsky. Sentado en el jardín donde se erige la tumba-monumento al legendario revolucionario, admite su no filiación al trotskismo, aunque reconoce la "relevancia y vigencia del marxismo como la ideología que mejor ha sabido explicar los procesos históricos".

Como Volkov, García Videla y Javier Wimer, fundador del Instituto del Derecho de Asilo y Museo Casa de León Trotsky, con sede también en la casa de la calle Viena, critican la atomización y enfrentamientos de los grupúsculos que conforman hoy el movimiento trotskista e insisten en la importancia de rescatar la "defensa de la democracia de Trotski y su lucha por una interpretación legítima del marxismo", la que hizo en obras como La revolución permanente (1930).

Lázaro Cárdenas es el otro gran protagonista de este episodio histórico y del documental de García Videla. "La conmemoración de los 65 años de la muerte de Trotski nos sirve para recordar y revisar también el carácter y la inteligencia de Cárdenas", comenta Javier Wimer, "quien, a pesar de las presiones de la URSS, de los comunistas mexicanos, de la Iglesia católica y de Estados Unidos, se atrevió a conceder asilo al revolucionario". Como dijo Trotski en una ocasión: "Cárdenas me ha dado asilo no porque esté de acuerdo con mis ideas, sino porque está de acuerdo con las suyas".

El periodo del exilio mexicano de Trotski (1937-1940) y su pensamiento están desde el 11 de agosto en el centro de las actividades que han preparado la Casa Museo León Trotsky y la Delegación de Coyoacán. La conmemoración se abre con la exposición En defensa de la patria: 150 años de luchas revolucionarias en México, con imágenes y documentos del Archivo General de la Nación, y continuará con mesas redondas donde participarán Esteban Volkov, el único superviviente de la guardia, Carlos Fernández o el intelectual mexicano Carlos Montemayor, entre otros. El documental de García Videla se prevé llegue a las pantallas de televisión mexicanas en octubre. Asaltar los cielos y Asesinato de Trotsky serán las proyectadas.

El 21 de agosto, cuando Trotski murió tras pasar un día de inconsciencia después de que Mercader le asestara a traición un golpe de piolet en la cabeza, se celebrará un homenaje junto a la tumba donde están sus restos y los de su esposa, Natalia Sedova. En el centro del jardín de la casa de la calle Viena, 65 años después.

León Trotski y Natalia Sedova (en el centro de la imagen) a su llegada a México, donde les recibió Frida Kahlo (a la derecha de la pareja).
León Trotski y Natalia Sedova (en el centro de la imagen) a su llegada a México, donde les recibió Frida Kahlo (a la derecha de la pareja).
Esteban Volkov, nieto de Trotski, en la casa museo del revolucionario ruso.
Esteban Volkov, nieto de Trotski, en la casa museo del revolucionario ruso.MARCO ANTONIO CRUZ
León Trotski en el despacho de su casa de Coyoacán.
León Trotski en el despacho de su casa de Coyoacán.

El piolet de la discordia

Objeto controvertido e incluso "retorcido como arma para cometer un asesinato", como dice Javier Wimer, presidente de la Casa Museo León Trotski. El piolet, o pico de alpinista, que utilizó Ramón Mercader para asestar un golpe mortal al revolucionario desterrado de la URSS reapareció el pasado abril en México, causando revuelo y una cierta polémica. El 21 de ese mes, Ana Alicia Salas, hija de un ex agente de la policía secreta mexicana, se presentó como la poseedora del piolet en el programa radiofónico De 1 a 3, del veterano periodista Jacobo Zabludovsky. Desaparecido durante décadas, no es la primera vez que alguien aduce tenerlo en su poder, según admite el único superviviente de la familia de Trotski, Esteban Volkov. Tan segura está Ana Alicia Salas de que el suyo es el auténtico que se dijo dispuesta a comparar los restos de sangre que quedan en el pico del piolet con los de Volkov, mediante un análisis de ADN. Y ahí empieza la polémica.

El nieto del revolucionario, de 79 años, se prestaría a hacerse el análisis, sólo si es donado a la Casa Museo, y Ana Alicia Salas quiere venderlo. El desacuerdo permanece. Volkov mantiene que el arma, al fin y al cabo, pertenece en realidad a la policía de México y, en consecuencia, al Gobierno del Distrito Federal.

Tanto el director de la Casa Museo, Carlos Ramírez Sandoval, como Esteban Volkov atribuyen "cierta importancia histórica" al piolet, sobre todo para los visitantes al centro. Pero le ven más amarillismo que interés.

El 20 de agosto de 1940, Jacques Mornard, según su identidad belga, o Frank Jackson, según su pasaporte canadiense, se acercó al despacho de León Trotski para pedirle que revisara un texto que había escrito. Pero Jackson no era el marxista belga que decía. Tampoco quería revisión alguna. Asestó a Trostki un golpe en la cabeza con el piolet que le provocaría la muerte al día siguiente. Esteban Volkov tenía 13 años entonces y llegaba del colegio cuando vio en la casa de Coyoacán un coche de policía, las puertas abiertas y revuelo. El novio de Silvia Ageloff, amiga de confianza de los Trotski, cumplió la voluntad de Stalin y cambió la historia del siglo XX.

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