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Restauración piedra a piedra de la catedral de Barcelona

Clara Blanchar

Han sido seis meses de apasionante trabajo. De aquellos que la mayoría pagaría por hacer. La torre izquierda de la catedral de Barcelona, la parte del templo que se encontraba en peor estado, ha sido desmontada, restaurada, vuelta a montar y limpiada. Piedra a piedra, como un enorme rompecabezas de más de 600 piezas, 22 metros de altura y 10 pisos de andamio.

Los arquitectos, el aparejador, el jefe de obra y su equipo mostraban esta semana el resultado de medio año de trabajo. Desde lo más alto del andamio no escondían la pasión con la que lo han desarrollado. Primero tuvieron que deducir un sistema constructivo del que no había documentación. Luego levantaron planos de la torre, y tuvieron que señalar piedra por piedra: su ubicación, pero también su orientación porque desmontar es mucho más sencillo que volver cada pieza a su sitio exacto. De regreso a su ubicación, estos días finaliza la limpieza. El resultado, comparándola con la torre derecha, es espectacular.

Mercè Zazurca, la arquitecta que firma las obras de rehabilitación junto a Josep Fuses, define el trabajo realizado como "un diálogo con el monumento". "Hemos descubierto técnicas y sistemas constructivos desconocidos", explica el aparejador Joan Ardèvol. "Es un increíble sistema de superposición de piedras que encajan gracias a formas que actúan como machos y hembras y que estaban fijadas con mortero de cal líquida que los constructores del siglo pasado introducían hábilmente por pequeños agujeros hechos en la piedra", prosigue entusiasmado.Viendo la obra, uno entiende la complejidad que supuso acabar el estudio de las soluciones arquitectónicas de la rehabilitación de la catedral. Una fachada que está superpuesta a la original, gótica, y que pese a su relativa juventud, un siglo, los técnicos hallaron en un estado deplorable. Lo peor, el óxido de las grapas y anillos de hierro, que ha reventado literalmente las piedras. "Ya no se trataba de limpiar, es que se podía venir abajo en cualquier momento", asegura Zazurca. De hecho, la cubierta del templo está llena de pequeños montones de piezas que se han ido desprendiendo con el paso del tiempo.

El hierro de los anillos que sujetan el conjunto de la torre ha sido sustituido por titanio. Discretamente, cada nueva pieza lleva impresa la fecha: "AD MMV", es el testimonio. "Hemos querido ser muy sensibles y rigurosos, y dejar noticia de cada intervención", aclara Ardèvol.

No sólo hay piezas nuevas de titanio. También faltaban algunas de piedra. Apenas una decena del total de 600, que han sido realizadas por Félix y Feliu Martín -padre e hijo-, dos de los únicos seis maestros picapedreros que quedan en Cataluña. Por ahora, todavía hay restos de piedra de Montjuïc, la original que se utilizó para levantar el templo. Si se acabara, los responsables de la obra tienen localizado un material en Escocia cuyas características son muy parecidas.

Limpieza en seco

Con la torre de nuevo entera, la limpieza se ha realizado en seco, con un sistema de pistolas que proyectan diminutos cristales que arrancan la suciedad sin dañar la superficie. Se hace en seco porque si se proyectara agua la humedad penetraría en la piedra y sería peor el remedio que la enfermedad.

Esta limpieza ha proporcionado a quienes la realizaban el placer de observar a sólo unos centímetros las pequeñas esculturas que adornan la torre. Figuras a veces de menos de un palmo elaboradas con un increíble grado de detalle. Increíble porque, a la altura que están, es imposible apreciarlas. El andamio, en cambio, permite descubrir las travesuras que cometieron sus autores: como dar forma al sexo de los ángeles. "¡Si es que se les ve hasta la bolsa de los testículos!", exclama alguien del equipo.

En pocos días comenzará el desmontaje de la cimbra metálica que se ha construido en el interior de la torre, una especie de corsé que ha facilitado el trabajo a los profesionales. Para dejarlo listo faltará todavía un último paso, instalar un sistema eléctrico de bajo voltaje para ahuyentar a las gaviotas que defecan sobre las piedras, explica el jefe de la obra, Josep Cots. "Es su tercera catedral", presumen sus compañeros.

Medio año sólo para una de las dos torres. Falta la otra, el cimborio y el resto de la fachada. Casi nada. Con la incógnita añadida de si habrá financiación para acabar. Pero está en buenas manos.

Una restauradora trabajando en la torre de la catedral de Barcelona el pasado jueves.
Una restauradora trabajando en la torre de la catedral de Barcelona el pasado jueves.CARLES RIBAS

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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