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El hechizo de U2 llena de emoción la noche de Madrid

Unas 55.000 personas despidieron anoche en el estadio Vicente Calderón, en medio de una gran fiesta, la gira española del grupo irlandés U2

Con una lista de canciones calcada de la que interpretaron en sus pasados conciertos en Barcelona y San Sebastián, los irlandeses U2 cerraron el tramo español de su gira europea con una actuación en la que Bono y los suyos apelaron a valores como la solidaridad o el deseo de concordia. Antes de que ellos subieran al escenario, habían caldeado el ambiente los grupos Kaiser Chiefs y Franz Ferdinand. Los asistentes que abarrotaron el estadio comenzaron a llegar pasadas las cinco de la tarde. De esos primeros espectadores, algunos miles fueron seleccionados para que se situaran en el privilegiado espacio que definían las dos pasarelas curvas que salían del escenario.

A las diez en punto de la noche, y a los acordes de Vértigo, salía el cuarteto U2 con sus componentes ataviados con ropa negra, a excepción de su solista, que lo hacía con una cazadora que incluía en las mangas el color rojo. La sobriedad y diseño esquematizado del escenario acompañaron las evoluciones del grupo. A la izquierda tocaba el guitarrista The Edge; en el centro, el batería Larry Mullen, y a la derecha, el bajista Adam Clayton. Bono iba por libre, evolucionando entre el público, que se mostraba en éxtasis, mientras sonaban las notas de I will follow. Sin embargo, como muestra de que el cantante no es tan santurrón como lo pintan, evidenció un cabreo importante cuando, al iniciarse el tema Electric Co, el micrófono que portaba dejaba de funcionar. Con cara de pocos amigos, Bono aporreó la tarima con él y luego lo lanzó al suelo. Pero no llegó la sangre al río, con lo que esta primera parte, la más roquera del concierto, transcurrió feliz mientras sonaban los temas New years y Beautiful day. Bono, concentrado en su tarea, iba introduciendo dentro de sus propias canciones fragmentos de otros temas de comedias musicales o los Beatles.

Sin embargo, cuando la pantalla de vídeo se encendió a los sones de City of blinding lights, el concierto derivó hacia terrenos más místicos. Primero, Bono dedicaba el tema Miracle Drug a los médicos y las enfermeras que preservan nuestras vidas. Acto seguido, se lanzaba a tocar un tambor con una badana blanca en su cabeza mientras cantaba Love and Peace. Al terminar la canción, el artista señalaba los tres símbolos pintados en la bandana que cubría su frente y que correspondían a las tres principales religiones monoteístas.

Estos signos en la pantalla de vídeo de atrás formaban la palabra coexit. Para cuando sonaba la recia marcialidad de Sunday bloody sunday, Bono parecía que iba a levitar de puro entregado a su arrebato. Pero el clímax lo alcanzó con Miss Sarajevo, que dedicó a las ciudades en las que últimamente han estallado bombas: Londres, Estambul y, por supuesto, Madrid.

Al final pedía que el público mandara mensajes SMS con sus móviles para paliar el hambre en África y se retiraba entre el aplauso arrobado del público. No en vano, Bono, que durante todo el concierto dio muestras de ir justito de voz, había confesado que una de las mejores noches de su vida fue el concierto que la banda dio en Madrid en el verano del 87; y no en vano lanzó al aire un inspirado "¡de Madrid al cielo!".

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