Londres deportará a 10 radicales islámicos "por razones de seguridad nacional"
Las organizaciones de derechos humanos denuncian el riesgo de torturas en los países de origen
La policía británica detuvo ayer, con la intención de deportarlos, a 10 extranjeros cuya presencia en el país "no es favorable para el bien público por razones de seguridad nacional", según declaró el ministro del Interior, Charles Clarke, que emitió un comunicado en el que advertía de que no iba a revelar los nombres, pero informaba de que se encontraban en cárceles seguras. No obstante, en seguida trascendió el nombre del predicador de origen jordano Abu Qutada, considerado en España como el referente espiritual de los suicidas de Leganés.
Las detenciones se efectuaron por sorpresa en áreas de Londres, Luton, Leicestershire y West Midlands.
Abu Qutada, de 44 años, huyó de Jordania en 1993, donde se le había acusado de incitación al terrorismo, para refugiarse en Reino Unido. En el apartamento de Hamburgo (Alemania) donde vivía el piloto suicida del 11-S, el egipcio Mohamed Atta, se encontraron varios vídeos con todos sus discursos. Aquel año Mustafá Setmarian, de 47 años, el sirio nacionalizado español que fundó la primera célula de Al Qaeda en Europa y ahora se encuentra en búsqueda y captura, se trasladó a Londres para dirigir la revista Al Ansar, donde Abu Qutada era entonces redactor jefe.
En 2002, Abu Qutada fue encarcelado en la prisión de alta seguridad de Belmarsh (Londres). Sin que se consiguiera demostrar ningún cargo contra él, fue puesto en libertad el pasado marzo bajo orden de arresto domiciliario.
La cuestión radica ahora en saber adónde van a deportar a Qutada y a los otros nueve. Bajo la declaración europea de los Derechos Humanos, aceptada por Reino Unido, no se puede deportar a nadie a un país donde puede sufrir tortura. Reino Unido mantiene conversaciones con diez países para obtener garantías de que los deportados no sufrirán daño alguno. Con Líbano y Argelia las negociaciones se encuentran avanzadas. Pero sólo con Jordania ha obtenido hasta el momento un compromiso firme.
"Después de meses de trabajo diplomático, ahora tenemos razones para creer que podemos obtener las necesarias garantías de los países a los que haremos las deportaciones, de modo que no estén sujetos a tortura o malos tratos", señaló ayer el ministro del Interior en su comunicado.
Las críticas de las asociaciones pro derechos humanos ha llegado de forma inmediata. La abogada y directora del grupo británico Liberty, Shami Chakrabarti, declaró ayer que se necesitaría algo más que un trozo de papel para convencerla de que Jordania y otros países del norte de África y de Oriente Próximo son países seguros para los detenidos.
Promesas sin valor
"Hay muchas posibilidades de que esos hombres sean torturados cuando vuelvan a sus países, sean cuales sean las promesas diplomáticas que sus Gobiernos hayan hecho", señaló la directora de la organización Human Right Watch en Europa y Asia, Holly Cartner. Y Mike Blakemore, director de Amnistía Internacional en Reino Unido, dijo que el Gobierno está tratando de obtener garantías por parte de otros Gobiernos que no valen ni el precio "del papel en el que están escritas".
Por otra parte, el predicador musulmán de origen sirio Omar Bakri Mohamed, de 45 años, quien había salido el sábado de Reino Unido para pasar unas vacaciones en Líbano, fue detenido ayer en Beirut cuando acababa de conceder una entrevista al canal Future TV. Las autoridades libanesas no han precisado la razón del arresto.
Hace varios meses Bakri bautizó en público a los suicidas del 11-S como "los fantásticos 19". En los últimos días había ocupado las primeras páginas de los periódicos desde que dijo que si él se enterase de que un musulmán preparaba un atentado en Reino Unido intentaría detenerlo, pero nunca lo entregaría a la policía.
Bakri, a quien le gusta comparecer ante los medios, a diferencia del jordano Abu Qutada, había declarado recientemente que se fue de Reino Unido para que el Gobierno no utilizase su nombre como excusa para presionar a los musulmanes. El lunes, el líder de los conservadores británicos, Michael Howard, pidió al Gobierno que no permita la vuelta de Bakri al país.
Las reglas del juego, tal como anunció hace una semana el primer ministro británico, Tony Blair, parecen haber cambiado.
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