Cebolla y calabaza: un experimento
Realicemos un sencillo experimento: pongamos agua a hervir en dos recipientes. En uno de ellos introduciremos una cebolla-cortada como es costumbre- y cuando el agua hierva, un puñado de arroz. En el otro recipiente, y al mismo tiempo que en el primero, solo el arroz.
Al cabo de dieciocho minutos probamos el arroz de ambas perolas. Aunque parezca asombroso - e imposible a toda la tradición gastronómica de nuestro entorno- el uno no está más blando que el otro, sino exactamente igual, con lo que se destruye el mito de que a los arroces -y sobre todo a los llamados secos- no se les podía añadir cebolla, así fuese una mínima cantidad en el sofrito de rigor, porque con ello no perdían el alma, pero casi.
Se destruye el mito de que a los arroces, a los llamados secos, no se les podía añadir cebolla
Así pues, y en contra de lo que dictan los profetas, ni los almidones, ni por tanto las amilosas ni las amilopectinas, se ven afectados por la cebolla, en todo caso el profeta, que debe llorar al ver sus admoniciones destruidas y su crédito arrastrado por el suelo.
Únicamente influyen en la cantidad de humedad que absorbe un grano, las características del almidón que entra en su composición, o sea, el porcentaje que tiene de cada una de las dos extrañas palabras que citábamos - y que resulta que también son almidones-, ya que en caso de que el contenido de amilosa sea importante, el arroz quedará más entero y suelto después de la cocción, y al contrario resulta cuando la importante es la amilopectina, ya que entonces los arroces tienen más tendencia a pegarse -o pasarse-, según expresión popular.
La forma del grano -más redondo o más alargado- es definitiva, ya que coincide que los arroces de grano largo siempre tienen bajo porcentaje de amilosa -por lo que absorben poca agua y poco sabor- circunstancia que se va modificando a medida que el grano gana en redondez y virtud gustativa.
Aceptadas estas bases iniciales, es necesario hacer la prueba definitiva, para lo cual es preciso contar no con una cebolla, sino con varias, y además con algún otro producto que remate el estudio y logre que donde solo había química ahora venza la gastronomía. Adelante, pues, con otro juego: mezclemos en la paella la imposible cebolla y la dulce calabaza. Démosles tiempo -los famosos 18 o 20 minutos- para que se conozcan.
Comentar durante la sobremesa el resultado del experimento.
Cómo hacerlo. Arroz con cebolla y calabaza
- INGREDIENTES
300 gramos de arroz.
1 ñora.
5 dientes de ajo.
2 tomates.
1 cebolla.
? kilogramo de calabaza.
100 gramos de tirabeques
4 salmonetes. (Existe la alternativa de hacerlo sin los salmonetes, o bien sustituir estos por una carne como la de conejo; en este último caso se sofríe el conejo al principio, junto con las verduras, y se continúa como en el resto de la receta.)
1 decilitro de aceite de oliva.
Sal.
Azafrán en rama.
1 ramita de hinojo
- PREPARACIÓN:
En una cazuela se fríe la ñora, los dientes de ajo pelados y un tomate maduro y una ramita de hinojo. Se reservan excepto el hinojo, que se desprecia.
Se sofríe a fuego lento, en el mismo aceite, la cebolla picada, el tomate picado y sin semillas y los tirabeques. Cuando estén dorados se añade la calabaza, y se sofríe con cuidado de que no se rompa. Se añade el primer sofrito, majado, y luego el arroz y el azafrán. Rehogamos y añadimos agua caliente en una proporción de dos a uno con el arroz. Hervimos unos 16 minutos. En aquel momento debemos añadir los salmonetes, previamente asados en sartén o plancha durante 3 minutos y aliñados con sal, aceite y una gota de limón.
Se continúa hirviendo el conjunto durante 4 minutos más.
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