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Entrevista:FRANCISCO PLAZA | Actor y director teatral

"Hay que respetar a los clásicos, pero hasta cierto punto"

El Teatro Negro Nacional de Praga representó en el último festival teatral de Olite Impresión de D. Quijote, una revisión del clásico de Cervantes marcada por la ensoñadora técnica del teatro negro. Francisco Plaza (Villaseca de la Sagra, Toledo, 1958), director gerente del toledano Teatro Rojas, dirigió el montaje.

Pregunta. ¿No está habiendo una sobredosis de Quijotes?

Respuesta. Esto sucede siempre con las conmemoraciones, los aniversarios, etcétera. Ahí tenemos un arma de doble filo porque, por un lado, se tiene que aprovechar para poner en conocimiento todo un prisma de puntos de vista para los ciudadanos más desconectados con los homenajeados y, por otro, siempre se corre el riesgo de una saturación.

"El teatro es una radiografía de la vida en tanto que muestra todos sus conflictos"

P. ¿Qué diferencia la suya de las demás adaptaciones?

R. Lo que le diferencia clarísimamente de otras propuestas es que conjugamos tres expresiones, lenguajes o estéticas: la técnica del teatro negro, el lenguaje audiovisual y la palabra. La técnica del teatro negro es lo genuino, lo que da valor al trabajo con la magia, los trucos y los recursos que utiliza. El lenguaje audiovisual incluye imágenes grabadas en espacios naturales, otras más abstractas, pictografías y la banda sonora original de Ondrej Soukup, un músico muy reconocido en Centroeuropa que tiene varios leones del Festival de Berlín.

P. El teatro clásico no está reñido con la experimentación.

R. Ni mucho menos. Hay que tener valentía con los textos clásicos para, sin traicionarlos, siendo leales a sus esencias, a su dramaturgia, poder trabajar con tendencias, expresiones y materiales de hoy. Hay que ser respetuoso con los clásicos, pero hasta cierto punto. Hay que contar la historia que quiere contar el autor con los elementos de hoy, para un público de hoy, con otras preferencias, objetivos y deseos. Hay que acercar los clásicos al público joven, aunque tenemos el problema de que hay que hablar en verso, cuando nosotros nunca lo hemos hecho. Sólo se ha producido en verso nuestra gran época dorada del teatro, y esto lo convierte en un elemento de distanciamiento, de extrañeza.

P. Opina que el teatro supone una "radiografía de la vida". ¿A qué se refiere?

R. Creo que el teatro nace de la experiencia humana, de los conflictos del ser humano y devuelve a la sociedad, al colectivo, los mismos conflictos. Es una radiografía en tanto que muestra todo un mundo interior, una serie de problemas y conflictos que el ser humano tiene desde que es hombre. El tema de los grandes sentimientos humanos, los celos, la envidia, la soberbia, el mal uso y el abuso del poder, el despotismo, la crueldad. El buen teatro pone todo eso de manifiesto, coge esos materiales, las emociones humanas y los problemas sociales, y los refleja en un escenario con un lenguaje artístico.

P. ¿Qué proyectos tiene en mente?

R. Dirigir una ópera para niños, El diluvio de Noé, de Benjamín Britten, y quizá dentro de no mucho, un clásico de nuestro Siglo de Oro, posiblemente un Rojas Zorrilla.

P. Tiene su faceta de actor abandonada.

R. Absolutamente. La tengo abandonada desde que llegué a la dirección del Teatro Rojas de Toledo. Hice cosas de cine y me llamaron amigos para hacer algo en televisión, pero no teatro. A veces tengo morriña, pero como siempre tengo proyectos de dirección en la cabeza, por ahí contrarresto la parte de gestión del teatro y doy más salida a la creatividad. Lo que es muy difícil es compatibilizar la dirección y la gestión del teatro con interpretar en un escenario.

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