"Hay que decidirse a eliminar la deuda de los países pobres"
"El Banco Mundial no puede forzar a los países a su desarrollo, éste no se puede decretar, responde sobre todo a un esfuerzo emocional". Así se pronuncia François Bourguignon (1945), economista jefe del Banco Mundial (BM) y vicepresidente para la investigación de la economía del desarrollo, desde 2003. Jefe de estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, se dice "un académico puro, un técnico". Especialista en cuestiones de desigualdad, financiación y desarrollo, intervino en un curso de la Universidad de las Islas Baleares y se mostró a favor de condonar la deuda de los países pobres porque ya ha dado resultado en ocasiones anteriores.
Pregunta. El Banco Mundial, ¿cómo deslinda la ayuda al desarrollo de una cierta caridad?
Respuesta. El problema básico es qué hacemos con la pobreza. En la evolución mundial, hay países que crecen a una tasa muy lenta y la diferencia entre ricos y pobres aumenta. No puede continuar ésta divergencia. En la acción del Banco Mundial puede haber algo de caritativo, pero también existe una visión geopolítica.
P. ¿Es siempre reconocible su intervención?
R. Es muy difícil discriminar qué parte del progreso se debe a la acción del banco u de otro país que ayudó. No se puede identificar quién es el único responsable del desarrollo de un país. Hay que actuar, no podemos permitirnos que haya países que quedan descolgados, porque tendrán conflictos y se convertirán estados sin gobierno. Son un peligro para la comunidad internacional.
P. En sus 60 años ¿el Banco Mundial cumple sus objetivos?
R. Se puede decir que sí. Ha ayudado al desarrollo, a la reconstrucción de los países y a la disminución de la pobreza. Cubre su cometido y su actividad ha sido muy exitosa. Participa en el esfuerzo de ayuda de la comunidad internacional. Pero no se puede decretar el desarrollo a un país, responde sobre todo a un esfuerzo emocional.
P. La cumbre del G-8 apostó por África. Se acordó duplicar la ayuda hasta los 50.000 millones de dólares (42.000 millones de euros).
R. La cita del G-8 fue importante para el desarrollo global, por esta resolución de ayuda a África. La cumbre per se no emprendió ninguna acción, sólo asumió el compromiso internacional de aumentar la ayuda al desarrollo, que llevaba años parada. En 2012 muchos países ricos aportarán el 0,7% de su presupuesto para ayudar al desarrollo.
P. En el G-8 se ratificó la cancelación de la deuda de 18 países pobres, 14 de ellos africanos.
R. Es deuda con organismos multinacionales, con el Banco Mundial, FMI y el Banco Africano del Desarrollo. Pero lo importante no radica en eliminar la deuda, sino en mantener la capacidad de financiación de estas instituciones, que quedaban en riesgo de quedar sin los fondos de retorno de los créditos de los deudores. Los grandes países van a reemplazar las aportaciones -deudoras- de las naciones pobres condonadas. De los fondos del BM, un 60% viene de los países donantes y un 40% del reembolso de los créditos. Hay naciones que dejaron de ser pobres y siguen reembolsando sus préstamos.
P. ¿Los países emergentes?
R. Sí. Corea ya no puede ser considerado un país pobre y paga sus viejos créditos. India también salió del fondo y va reembolsando su deuda. China aún recibe un poco de ayuda.
P. El perdón o liquidación de la deuda parece un paradigma.
R. Es un análisis económico muy sencillo: si la deuda es demasiado alta, el país no puede desarrollarse, queda atrapado. La deuda lo estrangula y a un cierto nivel de endeudamiento sólo trabaja para pagar los créditos. No tienen fondos para infraestructuras y no pueden crecer, al contrario su economía sigue bajando. No se ha de seguir presionando al deudor porque cada vez será menos solvente y eficaz.
P. ¿La condonación es válida siempre?
R. Hay que decidirse a eliminar la deuda. Ya hubo otras operaciones, la más importante es la de l997-1998, con la iniciativa de perdón de los países pobres fuertemente endeudados, que dio resultado y los beneficiados fueron solventes otra vez.
P. ¿Algún país ha quebrado?
R. Argentina fue un caso de quiebra. Lo anunció en 2001: "Señores, no voy a pagar". Su sistema financiero quedó destruido y pasó tiempo hasta que se restauró. Ocurrió en México, al inicio del siglo, también en Brasil. Hay casos de países desarrollados, que simplemente, dejan de pagar.
P. ¿De qué forma?
R. Una manera de no pagar es el alza de la inflación. Al 10% y 12%, el valor real de la deuda baja, se aniquila. Es una forma elegante, un manejo de la macroeconomía.
P. El mercado agrícola global no existe...
R. Los mercados se han de liberalizar. Presionamos para que la producción del subdesarrollo entre en los mercados de países ricos. En manufacturas hay apertura, pero en el sector agrícola permanece un proteccionismo cerrado. La globalización es tratar de lograr que cada país que produzca de acuerdo a su ventaja comparativa. En África hay quince países cuya tasa media de crecimiento, en diez años, es superior al 5%.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.