El FMI rebaja al 1,3% el crecimiento de la zona euro para este año

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado tres décimas a la baja el crecimiento de la zona euro para este año, que se sitúa en el 1,3%. Este organismo advierte de que el encarecimiento de la energía puede afectar a la recuperación económica. El FMI vuelve a urgir a que se adopten políticas creíbles para potenciar el crecimiento y reducir los desequilibrios fiscales. Ante esta coyuntura, considera adecuada la actitud del Banco Central Europeo de "ver y esperar".

La institución financiera que dirige Rodrigo Rato prevé ahora una tasa de crecimiento en los países de la unión monetaria del 1,3% para 2005 y del 1,6% para 2006. En abril, la proyección fue del 1,6% y del 2,3% respectivamente. Pero a pesar de esta rebaja, el FMI afirma que la economía europea ha superado la parte más baja del ciclo. En el primer trimestre del año, la economía de la zona euro creció un 1,4% respecto al mismo periodo de 2004.

En el caso de la inflación se estima que estará en torno al 2,1% este año (coincidente con el último dato publicado, el de junio) y el 1,7% el próximo. No obstante, advierte que dependerá de la evolución del precio del petróleo, ahora en máximos.

Sobre el paro, quedará en el 8,9% de la población activa en 2005 (ahora, en el 8,7%) y de ahí bajará al 8,6% en 2006. "Los últimos años han sido difíciles para la zona euro", reconoce el FMI.

El tímido comportamiento de la economía, el recorte de los programas sociales, el miedo a la deslocalización de empresas hacia los países del Este europeo y Asia, junto a los calendarios electorales, el rechazo a la Constitución europea en Francia y Holanda y el enfrentamiento en la negociación presupuestaria han creado un clima de confusión y frustración que impide resolver los problemas económicos, advierte el Fondo.

Michael Deppler, director del departamento europeo del FMI, ayer fue muy gráfico a la hora de poner en contexto la realidad que se vive en Europa: "No se entiende nada". Deppler dijo en este sentido que los líderes europeos deben tener "una visión común de por dónde se quiere ir", para dar una respuesta política "duradera" a los desequilibrios que sufre la zona euro, y salir de este impasse. El FMI, añadió, espera de Bruselas "políticas y compromisos creíbles que aseguren que se van a resolver los problemas" que impiden a Europa crecer con solidez.

Pesimismo exagerado

Aun así, se considera "exagerado" el clima de pesimismo que se observa al hablar de la salud de la economía. Es más, asegura que es posible una recuperación gradual de la economía a lo largo del segundo trimestre, aunque matiza que en todo caso será "modesta". "Los pilares económicos siguen reforzándose", precisa. Sin embargo, invita a la cautela a la hora de hacer sus proyecciones, porque los factores negativos persisten en el horizonte.

El alza en el precio del petróleo y una nueva subida del euro se presentan como los principales riesgos para el crecimiento. Ante esta situación, y a la hora de analizar la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), considera que la actitud de la autoridad monetaria de "ver y esperar" es adecuada. Esta reflexión supone un cambio de posición por parte del FMI, expresada por el propio Rato, quien se mostró partidario de un recorte de tipos en la zona euro. "Las cosas no están como hace tres meses. Entonces no se sabía cuándo se iba a tocar fondo", precisó el economista, que reconoció que hay división ante esta cuestión. De hecho, la institución sugiere la posibilidad de un recorte de tipos si se percibe que la actividad económica se ahoga. Deppler dijo que la actual tasa de inflación -1,5% la subyacente, que elimina las partidas más volátiles, alimentos frescos y energía- daría margen para dar este paso.

Y ligado a esta cuestión, el FMI se mostró contrario a que la política monetaria se utilice para contener la subida en el precio de la vivienda, con un aumento del precio del dinero. Es la misma reflexión que hace la Reserva Federal (Fed), banco central estadounidense, sobre la situación en Estados Unidos. El Fondo considera que "el boom inmobiliario es un problema nacional, no europeo", e insiste en que el problema debe resolverse controlando los incentivos fiscales y la concesión de hipotecas, para reducir la demanda.