El Gobierno británico niega el acoso policial contra los musulmanes
La policía acordona una calle de Londres tras una falsa alarma en un autobús
En su primer encuentro con líderes musulmanes de Oldham (Manchester), el primero de los ocho que mantendrá este verano con representantes de la comunidad islámica, la secretaria de Estado de Interior, Hazel Blairs, aseguró que nunca había apoyado cacheos en los transportes públicos con criterios raciales. La viceministra había declarado el domingo que los musulmanes debían acostumbrarse a ser registrados más veces.
El oficial responsable de la seguridad en el transporte de Reino Unido, Ian Johnston, aseguró el domingo que la policía no podía desperdiciar tiempo cacheando a "damas ancianas y blancas". Ambas declaraciones suscitaron las protestas de varias organizaciones de derechos humanos.
En Londres, aunque el aspecto de las calles más céntricas refleja normalidad, las estaciones de metro se encuentran plagadas de policías. Y el mínimo indicio desata la intervención de los agentes. Ayer, sobre las cuatro de la tarde, hora peninsular española, un pequeño fuego que se desató en un autobús provocó que la policía acordonara las calles próximas a la estación de King's Cross. Durante más de media hora los principales canales de televisión volvieron a hablar de "un incidente", igual que en los primeros momentos en los ataques del 7 de julio. Se hablaba de un paquete sospechoso en el interior del autobús. Finalmente, Scotland Yard aclaró que se trataba de una falsa alarma y el tráfico volvió a fluir en la zona.
Ayer dos líneas de metro cerradas a raíz de los atentados volvieron a abrirse y la policía liberó a tres de los 20 detenidos supuestamente vinculados con los últimos atentados. En la actualidad se eleva a 17 el número de personas detenidas.
Poco a poco, la ciudad va volviendo a la normalidad. Pero el debate en la prensa y la radio sobre la forma en que hay que perseguir a los terroristas no cesa.
"No creo que haya que descartar a nadie por criterios de raza o religión", indicó ayer Hazel Blairs. "Cualquier persona blanca puede ser objeto de vigilancia o control".
Tras su encuentro con los líderes musulmanes de Manchester, la secretaria de Estado había convencido a algunos, pero a otros no. Zahid Maqbool, director de la revista Revival, publicación dirigida a los jóvenes asiáticos en la zona donde ya se produjeron disturbios racistas hace cuatro años, declaró: "La viceministra dice una cosa y piensa otra. Al principio del encuentro empezó a tomar notas, pero a los pocos minutos lo dejó. A preguntas sencillas sobre cacheos no daba una respuesta clara".
Hazel Blairs indicó que la lucha contra el terrorismo no iba enfocada hacia una minoría étnica o religiosa en particular, sino sólo contra los terroristas.
Mohamed Miah, un activista local de 30 años, dijo: "La viceministra nos ha dicho que los musulmanes tenemos que tomar una parte más activa dentro de las mezquitas en la lucha contra los extremistas. Miah daba la razón a la viceministra, aunque aclaró que esa lucha no sólo ha de desarrollarse en las mezquitas, sino en las escuelas también.
El precio de una muerte
El embajador británico en Brasil, Peter Collecott, y John Yates, representante de la policía metropolitana de Londres, visitaron ayer Gonzaga, en el Estado brasileño de Minas Gerais a los familiares de Jean Charles Menezes, el electricista de 27 años que mató la policía londinense tras confundirlo con un terrorista.
El ambiente era tenso en el pueblo cuando llegaron los diplomáticos británicos acompañados de 25 militares y policías federales. Antes de encontrarse con la familia tuvieron que presenciar pancartas en las que se decía que Menezes es un mártir del terrorismo britá-nico.
El diario brasileño O Globo indicó que la familia puede ser recompensada por el Gobierno británico. Y el diario regional Estado de Minas cifró la cuantía en unos 810.000 euros. Tras una hora de reunión, Giovane, hermano de Menezes, declaró que todo estaba "resuelto". Un primo de la víctima añadió que el encuentro se había desarrollado en términos amigables.
Antes del encuentro, en unas declaraciones al diario británico The Guardian, la madre de la víctima, fuertemente sedada, declaró: "Seré honesta con usted. Esto no es fácil. Yo no sé si seré capaz de hablar con el embajador. No sé lo que voy a decirle. Pero tengo que ser fuerte. Eso es lo que mi familia me dice".
Después del encuentro, John Yates, describió la muerte de Menezes como una tragedia terrible y dijo que la policía metropolitana lo lamentaba profundamente. Yates expresó su admiración por "la paciencia, la comprensión" y "la dignidad" que la familia de la víctima había demostrado en tan "difíciles circunstancias". Pero Yates rehusó hablar de compensación monetaria. "Hemos hablado sobre una serie de temas", indicó el representante policial, "pero eso queda entre la familia y nosotros".
Y la familia tampoco lo hizo. El hermano de la víctima, simplemente declaró: "Después de todo lo que ha ocurrido hoy mi madre está muy débil y afectada".
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