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Francia acelera la expulsión de los imanes extremistas

En lo que va de año, Francia ha expulsado de su territorio a 11 predicadores que, según la policía y los servicios secretos, predicaban la necesidad de la yihad (guerra santa). El último expulsado es Reda Ameuroud, un argelino que fue embarcado en Marsella el viernes con destino a su país de origen. Es la tercera vez en que el personaje es expulsado de Francia en los últimos 10 años. En las dos oportunidades anteriores lo había sido por delitos ligados al tráfico de estupefacientes y a la carencia de permiso de residente.

Reda Ameuroud tiene 35 años y, desde hace meses, predicaba en una mezquita parisiense sobre la necesidad de la yihad. Se le considera vinculado a un grupo de jóvenes interesados precisamente en sumarse a la resistencia islamista en Irak. Para el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, el discurso del imán "incitaba al odio contra Francia y los franceses". Según Sarkozy, "hay entre 10 y 12 personas a las que se va a aplicar idéntica solución". El ministro añadió que pensaba "privar de la nacionalidad francesa" a las personas que prediquen la necesidad de una guerra santa.

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El pasado día 23 de julio otro imán, Abdelhamid Aissaoui, también fue expulsado a Argelia por prédicas igualmente cargadas de odio. Si Aissaoui había sido condenado en 1995 por su implicación en un intento de atentado contra un tren en Lyón, el hermano de Reda Ameuroud, Abderramán, fue condenado en mayo a siete años de cárcel por haber prestado ayuda logística a los dos asesinos del comandante afgano Ahmed Sha Masud, delito consumado dos días antes del 11 de septiembre de 2001 y que se atribuye a Al Qaeda.

Corriente salafista

Según los datos manejados por la policía y los servicios secretos galos, Reda Ameuroud es un personaje próximo a la corriente salafista, una de las más radicales de entre las que atraviesan el islam. Esa proximidad comenzó a tomar cuerpo a partir del año 2000, cuando Reda se sintió atraído por el discurso puritano y radical de Karim Bourti, un imán al que se relacionó, en 1998, con un grupo de jóvenes de origen árabe que intentaron organizar un atentado contra el desarrollo en Francia de los mundiales de fútbol de 1998.

Desde entonces, la policía había seguido sus actividades y sermones con gran atención. Parecería que Reda Ameuroud añadía a la palabra incendiaria una notable implicación en la puesta en marcha de entrenamiento de carácter militar para sus pupilos, primero en el bosque de Fontainebleau, cerca de París; más tarde en Afganistán, tal y como conoció su hermano Abderramán durante 14 meses.

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