¿Parlamento?

Ya lo sabíamos pero estos pasados días se ha acentuado; toda cuestión es objeto de lucha partidaria, todo asunto es materia de descalificaciones. La creciente gresca en el Congreso mal habla de nuestros políticos, más preocupados por figurar, por quedar bien ante su electorado y acentuar las refriegas entre ellos que por colaborar en conducir el país.

El templo de la palabra, la razón y el diálogo no debe ser coto de insultos y pendencias de quienes, elegidos para resolver los problemas, parecen perpetuamente empeñados en generar otros nuevos. Mucho habrá de lidiar el excelente político que es Marín por domeñar esa jaula de fieras porque, salvando personas abnegadas y valiosas, ciertos individuos harían un mejor favor a la "cosa pública" picando piedra que mancillando la sede de la soberanía nacional..