El juez de la horca
Las leyes fueron el poder; el arbitrario, el más frecuente desde el origen del hombre, hacía leyes arbitrarias. Por lo menos, pronunciaba leyes a las que la gente de abajo trataba de obedecer. Siglo a siglo, empezó un desgaste de lo arbitrario y una lucha por las garantías que afianzan lo escrito y defienden al ciudadano. Ese largo momento de la civilización, en el que aún estamos, le iba protegiendo más. Como todo regateo, hay trampas, y el poder está en mejores condiciones de burlar lo que le disminuye. Puede "suspender las garantías constitucionales" y justifica medidas represoras; puede declarar "estado de excepción", aludiendo a un riesgo mayor. Franco, aunque no había constitución ni garantías reales, creó una ley a la que se llamó popularmente "de la mala pinta": el sujeto podía ser detenido por su aspecto, no podía tener abogados ni había juicio, y no se le metía en la cárcel sino en una "casa de templanza": la templanza es la moderación y la discreción en lo sensual. Iba por cuatro meses; pero no salía al cumplirlos; podía ser retenido de cuatro en cuatro meses por decisión del director de la cárcel. No había casas de templanza, ni se sabe qué cosa sea esa; se utilizaban prisiones. Visité la de Zamora: tenía cierta suavidad porque había sido exclusiva para sacerdotes sin templanza.
La mala pinta: tal como se consideraba por la policía y por las personas decentes, medio Madrid podría estar encarcelado. Señoritas y todo: entonces apedreaban y agarraban a las escasas de vestido. Una vez tuve que prestarle mi chaqueta a una holandesa para salvarla. Parece que la captura y muerte del brasileño de Londres era por su aspecto de paquistaní. Por tanto, los paquistaníes pueden ser abatidos. Es inquietante que los que entran del autobús y del metro estén fotografiados; que esas fotografías ocultas puedan ser identificadas como terroristas. Blair añade la escucha telefónica y postal sin permiso del juez. Es decir, se suspenden garantías constitucionales, aunque en Gran Bretaña no hay constitución escrita. Poco nos alarma que lo haga Egipto, donde algunos cientos de personas han sido detenidas por el atentado terrorista: esto es Occidente. (El permiso del juez ¿garantiza algo? ¿No oímos al presidente del poder judicial en España aceptar la orden de disparar a matar puesto que estamos -cree él- en una tercera guerra mundial? ¿Qué hacía el Judge Roy Bean al poner su horca al oeste del río Pecos? ¿En qué punto del Pecos estamos nosotros?).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.