Franz Weisman, escultor

Nacido en Austria (Knittelfeld), en 1911, el escultor de fama mundial Franz Weisman, se naturalizó brasileño en 1956 y falleció, por insuficiencia cardíaca a los 94 años, el pasado día 19 en Río de Janeiro, ciudad que escogió para vivir hasta el final de sus días.

Por deseo propio sus restos mortales fueron incinerados y sus funerales totalmente privados. Velaron su cuerpo sólo su hija Wasltraudi Weisman y un puñado de parientes.

Weisman ha sido un escultor que atravesó todas las corrientes del arte, desde el figurativismo a la abstracción del concretismo, que marcó el arte de Brasil en los años cincuenta, pasando por la geometrización del espacio, hasta desembocar en la novena Bienal Internacional de Arte de São Paulo en 1967 al color como espacio determinante del arte. Una de sus características al modelar la materia fue la de moldear los materiales con las manos cortando y doblando sus pequeños modelos ampliados más tarde en las metalúrgicas.

En Río participó ya en los años cincuenta en el Grupo Frente que pretendía defender la libertad de expresión en el arte. Fue una época de oro en la que Weisman se encontró con gigantes del arte brasileño como Lygia Clark, Helio Oticida, Silva Costa, Lygia Pape y el crítico de arte Ferreira Gullar, que acabaría convirtiéndose, además de crítico de arte, en el mayor poeta del país, hoy candidato al Nóbel de Literatura.

Weisman fue también uno de los fundadores del Grupo Neoconcreto en 1959. Ese año deja Brasil para recorrer parte de Europa y Extremo Oriente, volviendo a Brasil en el 1965. En esa década expone la serie Amasados, elaborada en Europa con chapas de zin o aluminio trabajadas con martillo adhiriéndose así al informalismo.

Durante su periplo europeo, Weisman se detuvo también en España. Vivió en Irún donde residía su amigo y escultor Jorge Oteiza. En los trabajos realizados en Irún, el escultor austriaco-brasileño abandona momentáneamente la construcción geométrica. Los críticos consideran aquel periodo de Weisman como "interreino expresivo", donde la preocupación por la materialidad vuelve a primer plano.

Al llegar a Brasil en 1921 con la familia, se estableció primero en São Paulo pero ya en 1927 se instala en Río de Janeiro, entonces la capital del país y que sería siempre, hasta hoy, la meca de los artistas plásticos. En Río estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Se interesa por todo: arquitectura, pintura, escultura y diseño. Inquieto como era Weisman se siente encorsetado en esa Escuela Nacional de Bellas Artes. La abandona y se va a estudiar al taller libre del escultor polaco August Zamoyski con quién aprende las técnicas clásicas de la escultura.

Fue siempre un enamorado de las esculturas públicas, la mayoría realizadas para la ciudad de Río. Sobre este aspecto de su trabajo escribió: "Cuando me piden que realice una escultura pública, estudio antes el lugar para que mi obra funcione en relación al medio ambiente". Fue un precursor en este aspecto.

Curiosamente, al final de su vida, Weisman descubre el color como elemento determinante del espacio de la escultura. A partir de 1965 es raro, en efecto, encontrar una obra escultórica de Weisman sin la aplicación del color.-