La historia de una resurrección
Miguel es hijo de los senderos de Irati, de las callejuelas de Pamplona. Lance es hijo de las calles sin alma, de las avenidas tejanas cortadas en ángulo recto y azotadas por el viento, un viento tan potente como Mike Tyson. El viento de Dallas puede tumbar un 4x4 en pocos segundos. Miguel es hijo de un país donde la bicicleta es reina y Lance, de un continente donde la bicicleta no existe. Allí, los héroes son los Dallas Cow Boys o los San Antonio Spurs. Pero allí, en el escaparate de una tienda, brillaba la pintura de una bicicleta violeta, de una bicicleta Mercier. La madre de Lance la compró...
Lance es, como todos los Gigantes del Tour, un campeón mítico. Su historia puede contarse de la siguiente manera: "Érase una vez un chaval de Tejas que circulaba sin permiso y soñaba con el Tour de Francia. La gente se burlaba de su vestimenta pasada de moda, de sus pantalones cortos de licra. Él pedaleaba sobre su bicicleta, fuerte como un toro, poderoso como el Colorado". La continuación está formada por una serie de aventuras, en la ruta del Tour, lejos de casa. Unas aventuras que duraron siete años. Unas aventuras que el poeta puede cantar.
- Lance y la muerte. La relación es estrecha. Ha mirado a la muerte igual que mira el Tourmalet. Recuerdo sus palabras cuando anunció su cáncer: "Es una pelea por mi vida y tengo la intención de ganarla". Se sube al cuadrilátero y deja a la muerte fuera de combate. De nuevo el mito: "Érase una vez un hombre que dio una tunda a la muerte".
- ¿Un héroe americano? Lance es un héroe a secas. La palabra héroe puede muy bien prescindir de un adjetivo. Y si se quiere elegir a cualquier precio un adjetivo geográfico, hay que elegir un adjetivo poético, como Irati o Colorado. Cuando Lance arranca en Sestrières en 1999, no es "estadounidense", es aéreo. Y nosotros, al mirarlo, volamos, dejamos nuestros despachos, olvidamos nuestras agendas, nuestra vida estrecha, inerte. Volvemos a ser aventureros, reencontramos, al aplaudirle, nuestro entusiasmo infantil. Lance es popular en este sentido.
Pero la gente que a lo largo de las carreteras de Francia agita banderas estadounidenses, que escribe con pintura en las cuestas de Pla d'Adet Go, Lance, go, como escribíamos en el mismo lugar ¡Aúpa Miguel, aúpa!, aceptaron a Lance enseguida. Yo lo acepté enseguida, o bueno, casi. Empecé por odiarle, durante unos pocos segundos, en 1993, en Oslo. Era en agosto, durante el campeonato del mundo en carretera. Esperaba la victoria de Miguel. Quería que Miguel vistiese el maillot arco iris. Y luego vi surgir a un loco furioso. Era Lance. Gana en Oslo. Estoy furioso contra él. Y cuando le veo abrazar a su madre, mi cólera desaparece. Los grandes campeones nunca olvidan a su madre. Bernard Hinault regaló su primer ramo a su madre...
Su padre se largó. Lance sólo tenía ganas de una cosa: salir adelante. Como un boxeador. Me parece que Lance siempre ha sido un volcán, una energía que brota, difícil de canalizar.
- ¿Un héroe popular? Uno no da una palmadita en el hombro a Lance como daba una palmadita a Poulidor. Tampoco se daban palmaditas en el hombro a Coppi, ni a Anquetil. Observo que por la tarde, durante la ceremonia protocolaria, Bernard Hinault no oculta su alegría cuando ayuda a Lance a ponerse el maillot amarillo. A Hinault debe gustarle su temperamento. Hinault también era un boxeador.
- ¿Un héroe católico? Lleva una cruz que su madre le dio cuando estaba enfermo. Pero está más cerca de Coppi que de Bartali: Bartali contaba con la Santa Virgen, Coppi sólo contaba consigo mismo.
- ¿Un héroe sospechoso? Me dan igual las sospechas. Sé que Lance es el más fuerte. Es el más fuerte porque soporta el dolor más que los demás. ¡Lo único que no soporta es la derrota!
- Una metáfora. Lance es un campeón rockero. Lance parece salido de una novela negra. Tiene cuentas que ajustar y no tiene tiempo que perder. En casa, cuando miro en el televisor a Lance subir el Alpe d'Huez a fondo, pongo a tope la música de Pulp Fiction de Tarantino.
- Un personaje literario. Queda lo que Lance ha aportado: las victorias, Sestrières, Luz Ardiden, Hautacam, el tren azul del US Postal que daba al Tour un aire de película del Oeste, 800 metros a muerte con Roberto Heras en La Mongie. La historia de Lance no es, como ocurría con Merckx, la historia de unos éxitos magníficos seguidos de una derrota dramática. La historia de Lance es la historia de una resurrección. Y ése es un guión totalmente nuevo.
Christian Laborde, escritor francés, autor del libro Le roi Miguel, está escribiendo otro libro sobre Lance Armstrong. Será publicado en París, en marzo de 2006, por la editorial Plon.
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