"Sólo pierde el que no apuesta"

Un ex marinero y un maquinista en paro del subte bonaerense asaltan un tren de vía estrecha que recorre 400 kilómetros de la Patagonia argentina. El objetivo: hacerse con el dinero y liberar al hermano de uno de ellos. El marinero se considera heredero de Butch Cassidy y su compañero toma el nombre del bandido-héroe Juan Bautista Bairoletto. Es el argumento de Patagonia Chu Chu (Algaida), del escritor argentino Raúl Argemí (La Plata, 1946) ganador del XXX Premio Internacional Dashiell Hammet de la Semana Negra de Gijón 2005. Sólo que en el tren pasa de todo: viaja un grupo de mochileros alemanes, un comisario de policía, un senador corrupto...

Es una historia disparatada, con una enorme carga política contada con humor corrosivo.

PREGUNTA. Debería haberla titulado El tren de los locos.

RESPUESTA. Argentina es un país de locos, pero ellos se suben al tren y, chu, chu, chu, siguen adelante.

P. El comisario dice que Argentina "tiene futuro, lo que no tiene es presente".

R. El futuro ya fue, ahora nos queda la mentira piadosa.

P. Bairoletto y Butch piensan en un futuro.

R. Por eso me gustan, si uno no cree en nada ¿para qué vivir? No son perdedores. Sólo pierden los que no apuestan jamás.

P. ¿Los alemanes son los más radicales del tren?

R. El radicalismo europeo es ridículo. Los antiglobalizadores son como un chiste de fin de semana.

P. Pasó 10 años en la cárcel.

R. Caí en 1974 cuando la Triple A. Tuve suerte de ir preso, porque no desaparecí. Salí en 1984, así que me pasé lo de Videla dentro. Me perdí un montón de cosas, pero aprendí otras.

P. El loco Beto es quien dice las grandes verdades.

R. Habla de los valores de la Revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad. Hoy por menos de eso a uno lo fusilan.

P. La campaña del senador a pie de tren resulta demencial.

R. Las campañas políticas son así. Todo es una gigantesca mentira y el que articula la mentira más bonita es el que gana.

P. ¿Es una novela de aventuras? ¿Negra? ¿Política?

R. De aventuras, pero muy política. Es una reconstrucción irónica de la realidad. Hay historias tan duras que no hay más remedio que contarlas con humor.