Cientos de personas despiden a las 11 víctimas del incendio
La mayoría de los fallecidos fueron enterrados en localidades de Guadalajara
La incertidumbre se convirtió en sufrimiento y angustia al confirmarse la identidad de los 11 fallecidos el pasado domingo en la provincia de Guadalajara y hacerse cargo de ellos las familias. Centenares de personas pasaron ayer por el tanatorio Nuestra Señora de la Antigua de la capital a dar el último adiós a los integrantes del retén de Cogolludo. Las muestras de dolor y de impotencia fueron patentes en muchos allegados.
La mayoría de los fallecidos fueron incinerados o inhumados en la provincia. Los familiares fueron llamados sobre las siete de la tarde del martes para que acudieran al tanatorio adonde se había desplazado la juez de guardia. Allí iba a recibir en persona a los integrantes del equipo de identificación de personas de la Guardia Civil que habían trabajado en las horas previas para poner nombre a cada una de las 11 personas calcinadas en la Riba de Saelices. Los momentos previos fueron mucho más largos de lo esperado, ya que la juez pidió todo tipo de comprobaciones. La experiencia del Yak-42 está demasiado cerca para que se repitan los mismos fallos de identificación.
Sobre las 00.30 de ayer, la juez comenzó a recibir a las familias una por una y a confirmarles la noticia. Sólo uno de las 11 víctimas permanecía a esa hora sin identificar, por lo que la magistrada decidió acelerar los trámites para acortar la angustia.
El primer fallecido que salió del tanatorio, sobre las cuatro y media de la madrugada y hacia Socuéllamos (Ciudad Real), fue José Ródenas Parra. Nacido el 29 de junio de 1953, estaba soltero. El siguiente traslado fue el del jefe del retén y funcionario de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Pedro Almansilla, de 52 años. Fue enterrado a las siete de la tarde en su localidad natal, Mariana (Cuenca). Este vecino de la localidad alcarreña de Cifuentes tenía 34 años de experiencia en la lucha contra los incendios forestales. Además, era el coordinador provincial de Medio Ambiente. Estaba casado y tenía dos hijas.
Tres de las víctimas fueron incineradas en el propio tanatorio de Guadalajara. Manuel Mantecas Hernández, nacido el 25 de abril de 1982, vivía en Marchamalo (Guadalajara). Era uno de los peones del retén, al igual que Marcos Martínez García, de 24 años. Éste era el hijo de la delegada de Educación de Castilla-La Mancha en Guadalajara, ciudad en la que residía. También fue incinerado Jorge César Martínez Villaverde, de 24 años, vecino de Madrid y con familia en Jadraque (Guadalajara).
A la una de la tarde fue enterrado Luis Solano Montesinos, de 35 años, en Guadalajara. A la misa, oficiada en la iglesia de San Ginés, y a la inhumación asistieron varios centenares de personas, entre ellas diversas autoridades locales. El fallecido pertenecía a una de las familias más conocidas de la capital. Su padre fundó Alianza Popular en Guadalajara. Su abuelo fue alcalde de la ciudad y presidente de la Diputación Provincial.
En Guadalajara también fue enterrado a las seis de la tarde Julio Ramos Vallado, de 28 años.
El segundo jefe del retén, Alberto Cemillán Jadraque, de 37 años, estaba casado y tenía dos hijas. El sepelio fue oficiado a las siete de la tarde en Arbacón, donde residía.
El vecino de Cabanillas del Campo (Guadalajara) Sergio Casado Iritia, de 22 años, fue enterrado en el municipio alcarreño de Arangoncil. Estaba soltero.
Jesús Ángel Juderías Navarro, de 43 años, fue enterrado en Jadraque a las ocho de la tarde. Estaba casado y tenía dos hijos.
Mercedes vives Parra, separada y madre de dos hijos, recibió sepultura en la localidad de Humanes (Guadalajara).
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