El espionaje británico cerró los ojos al islamismo mientras se centraba en el IRA
Algunos expertos consideran que la guerra de Irak complicó la lucha antiterrorista
El Real Instituto para Asuntos Internacionales (RIIA, conocido como Chatham House), prestigioso foro de debate de política exterior en el Reino Unido, afirmó ayer que la invasión de Irak "ha ayudado a impulsar la red de propaganda, financiación y reclutamiento de Al Qaeda". Según Chatham House, el espionaje británico estuvo concentrado durante años en Irlanda del Norte, e incluso en la década de 1990, cuando sabía que Londres era una base del terrorismo internacional, cerró los ojos porque "no eran vistos como una amenaza para la seguridad nacional".
El documento, titulado Seguridad, terrorismo y el Reino Unido, ha sido publicado conjuntamente por Chatham House y el Consejo de Investigación Económica y Social (ESRC, en sus siglas en inglés) de la Universidad de Birmingham, y es el primero de una serie de trabajos englobados en un programa de estudios iniciado en 2002 que incluye 40 proyectos y más de 120 investigadores.
En esta primera entrega, los profesores Christopher Browning y Paul Cornish subrayan que desde los años setenta el espionaje británico se ha concentrado en la lucha contra el IRA y que en la segunda mitad de los años noventa su atención se centró en combatir a los duros que se oponían a los Acuerdos de Viernes Santo.
"A mitad de los años noventa las agencias de inteligencia del Reino Unido y la policía estaban al corriente de que Londres era utilizado cada vez más como base por individuos involucrados en la promoción, financiación y planificación del terrorismo en Oriente Próximo y otros lugares", dice el texto. "Sin embargo, esos individuos no eran vistos como una amenaza para la seguridad nacional y se les dejó continuar sus actividades con relativa impunidad, una política que causó gran preocupación entre los Gobiernos extranjeros afectados". "Las autoridades británicas no apreciaron plenamente la amenaza que suponía Al Qaeda", afirman, y concluyen que los fallos de espionaje que propiciaron el 11-S fueron "un fracaso de todo Occidente", no sólo de Estados Unidos.
El texto sostiene que "el Reino Unido afronta un riesgo particular" porque, tras el 11-S, se convirtió en el primer aliado de Estados Unidos, ha participado en las campañas de Afganistán e Irak y ha jugado "un papel de liderazgo" en la campaña internacional contra Al Qaeda.
Los autores elogian "la impresionante estructura nacional de coordinación para afrontar el terrorismo" de que se ha dotado el Reino Unido, aunque expresan también su preocupación por la escasez de los recursos y por la menor preparación que hay fuera de Londres. Están de acuerdo con las cuatro áreas en que se centra la estructura antiterrorista (prevención, persecución, protección y preparación), pero señalan respecto a las dos primeras que "un punto clave es que el Gobierno del Reino Unido ha llevado a cabo su política antiterrorista hombro con hombro con EE UU, no en el sentido de tomar las decisiones entre iguales, sino como compañero de viaje obligado a dejar el volante al conductor".
"No cabe duda de que la situación sobre Irak ha supuesto dificultades particulares para el Reino Unido y para la más amplia coalición contra el terrorismo", dicen, y subrayan que la guerra de Irak "ha ayudado a impulsar la red de propaganda, financiación y reclutamiento de Al Qaeda, ha provocado una gran división en la coalición, proporcionado un objetivo ideal y una zona de entrenamiento para los terroristas vinculados a Al Qaeda, y ha desviado recursos y asistencia que se podían haber desplegado para ayudar al Gobierno de Karzai y llevar a Bin Laden ante la justicia".
Dificultad añadida
Los ataques del 7 de julio en Londres "representan precisamente la naturaleza de la amenaza del terrorismo internacional que preocupaba a las autoridades del Reino Unido desde el 11 de septiembre", añaden. Y reconocen que "la política antiterrorista sufre la complicación añadida de los peligros terroristas derivados de los oponentes a los Acuerdos de Viernes Santo en Irlanda del Norte y otros grupos locales como los extremistas defensores de los animales".
Desde Bruselas, el ministro de Exteriores, Jack Straw, se declaró "asombrado de que Chatham House diga ahora que no tendríamos que haber estado hombro con hombro con nuestro aliado de siempre, Estados Unidos". "Se ha acabado el tiempo de las excusas para el terrorismo", clamó el jefe del Foreign Office. "Los terroristas han golpeado en todas partes, en países aliados de Estados Unidos que han apoyado la guerra de Irak y en países que no tienen nada que ver con la guerra de Irak".
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