_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Canícula

El verano lo acompasa todo. Las ganas de irse a descansar incitan a pasar los asuntos a septiembre. Eso parece que va a ocurrir con el proyecto de nuevo estatuto. No está muy clara la necesidad de un nuevo texto aunque parece que nos vemos abocados a ello porque no hay comunidad que no lo pida y nadie se quiere quedar atrás. Sin que sirva de precedente hay que darle la razón a Javier Arenas en que no hay un clamor social con respecto a la reforma estatutaria. Y ya para qué contar del galimatías sobre la utilización del término nación. Nadie sabe si hay algún beneficio en reclamarlo para Andalucía. Tengo para mí que la gente más bien es incrédula, por mucho que en Cataluña les vaya la vida en ello: en el fondo los catalanes en vez de seny tienen un exceso de fanatismo. Conviene esparcir unas gotas de escepticismo senequista al personal. Si ser nación nos da algo, bienvenido. Si no, pues mejor nos esforzamos en otra cosa. En los cuartos, por poner un ejemplo. Parece que Diego Valderas y Julián Álvarez van a tener motivo diferenciador para meses y causa de agravios para una generación.

El que inicia el verano con un nuevo estado es el cura Miguel Castillejo: la situación de júbilo total, porque ya puede hacer efectiva su magnífica póliza de jubilación. Se ve que algunos consiguen pasar a mejor vida sin abandonarnos. Mejor para él, émulo del añorado Juan Pablo II. En contraste, ahora se cumplen 25 años de la muerte de un cristiano de otro tipo, Alfonso Carlos Comín, autor, entre otros títulos, del célebre Noticia de Andalucía que contaba la dura vida de algunos jornaleros, como los cortadores de caña de la costa granadina. Mientras tanto, nuestros agricultores luchan de manera denodada por no perder las subvenciones como si el asunto fuera una tragedia griega. Da igual que sean ayudas a la remolacha azucarera, al algodón, al tomate o al aceite. El caso es no perder las generosas ayudas que concede la Unión Europea en contra del criterio de Tony Blair. Lo que nadie dice, ni siquiera quienes apoyan esas manifestaciones, es que si seguimos con los productos agrícolas fuertemente subvencionados vamos a acabar con la agricultura del Tercer Mundo, de manera especial la de África, y el Estrecho se llenará de pateras. Una especie de efecto mariposa a lo grande y con consecuencias, en este caso sí, dramáticas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_