Cuatro Caminos
De aquí partió el primer metro la tarde del 17 de octubre de 1919. El día 11 de julio pasado, los gobernantes de Madrid presentaban, como en una película, un nuevo tren que circulará desde el próximo año. Ha pasado casi un siglo entre ambas escenas. La primera es una muestra de un metro que se construía. Real. La segunda es otra más de un metro virtual, que sólo existe en los anuncios, que hace añicos las reservas de paciencia que tenemos los trabajadores que viajamos y trabajamos en este medio de transporte. La publicidad crea señuelos, apariencias de realidad. Desde que el metro se anuncia, sólo vuela... en la mente del alcalde o de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Hablar de la estación de Cuatro Caminos también es ejemplar en otro punto. Hoy (desde hace muchos meses) la estación es la mejor prueba (junto a la que ofrece la estación de Pacífico) de la incapacidad de la dirección de una empresa, un Ayuntamiento y un Gobierno regional, para realizar unas obras. Primero pregonan que será cuestión de meses; sin embargo, como en el caso de Pacífico, ya empezamos a contar días del decimotercer mes.
Interminables molestias para los viajeros y los trabajadores. Instalaciones sucias, muy sucias; zonas de obras y de materiales sin proteger ni señalizar; escaleras fuera de servicio (¡inaudito lo que sucede dos días sí y uno no en Cuatro Caminos!),... El viajero se enfada, con razón, y la empresa nos coloca a los trabajadores como parapeto ante su mal hacer.
Mientras, crece la "plantilla" de directivos y de jefes, que nada resuelven y que se agitan en sus sillones, como desvelados en su plácido sueño, cuando el sindicato Solidaridad Obrera presenta un escrito o una denuncia.
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