Una dirección para 'gourmets' en Madrid
SACHA, ventresca de atún con tocino ibérico y otras recetas de la mejor cocina de mercado
Si Sacha Hormaechea se dedicara por entero a la cocina, sería uno de los profesionales con mayor chispa y sentido del gusto de cuantos ejercen este trabajo en España. Desde una media distancia, sin entrar demasiado en faena, sabe hacer compatible su profesión de fotógrafo con la dirección de este neobistrot madrileño en el que se come igual que siempre e, incluso, mejor que antes.
Su carta, bastante escueta, reúne un puñado de recetas elementales en las que afloran la intuición y los refinamientos propios de un gourmet que, tan sólo de soslayo, roza el oficio de cocinero. En sus mesas no caben ni las excentricidades ni los detalles estrafalarios. Únicamente platos de fondo casero que abundan en suavidad y se presentan con una gracia innegable. Resulta difícil no entusiasmarse ante sus fuentes de gruesos berberechos abiertos al vapor, que se sirven exhalando aromas yodados y se aderezan con un toque sutil de aceite de oliva y pimienta negra. O no dejarse seducir por sus ostras escabechadas, un prodigio de equilibrio. Y no encandilarse ante una delicada ensalada de tacos de atún aderezados con condimentos tan sugerentes como el ajo blanco malagueño.
SACHA
Juan Hurtado de Mendoza, 11. Madrid.
Teléfono 913 45 59 52.
Cierra los domingos.
Precio medio por persona: entre 45 y 50 euros.
Berberechos de verano, 12 euros. Salpicón 'xeitoso', 13,50. Ventresca de atún a lo ibérico, 18. Filloas, 5,20 euros.
Pan ... 7,5
Café ... 6
Bodega ... 6
Aseos ... 5,5
Servicio ... 6,5
Ambiente ... 8
El aliño justo
En suma, un desfile de materias primas escogidas que se potencian con técnicas contemporáneas. Cocina sin riesgos, cuya mayor virtud reside en el control de las finalizaciones: puntos de cocción exactos y aliños con el aderezo justo, lo más difícil.
En la carta, que casi varía a diario en función de los vaivenes del mercado, figuran platos más o menos estables, como la butifarra con verduras a la plancha, el salpicón de mariscos o el aparatoso villagodio al tuétano, junto a especialidades que rotan según la temporada. Siempre que figure la ventresca de atún con tocino ibérico hay que solicitarla a toda costa. Lo mismo que la sorpresa de cerdo ibérico, pieza gelatinosa próxima a la cabeza, que se estofa al estilo antiguo con una salsa densa y se acompaña de cebollitas glaseadas. Tampoco se queda atrás el ragú de calamares, a pesar de que no alcanza la suculencia de los anteriores.
Entre los platos para compartir están la tortilla de boquerones frescos, que se cubre con guindillas fritas apenas picantes; el milhojas de xoubas (sardinillas), y la fritura de huevas de salmón, diminutas empanadillas que encierran en su interior las conocidas huevas.
UNA MÁGICA TERRAZA DE VERANO
AUNQUE EN SACHA nada parece cambiar con el paso del tiempo, sus platos se ajustan a una evolución meditada. Se aprecia en la incorporación paulatina de nuevos productos, así como en el empleo de técnicas de vanguardia, como sucede con el Vapoonde, microondas de vapor que la casa utiliza para abrir los berberechos.Junto a las ostras escabechadas y el salpicón de mariscos, entre sus platos emblemáticos figuran también el arroz con perdiz (sólo en temporada), el lenguado meunier y las filloas, dulce clásico. El capítulo goloso proporciona una medida exacta de su refinado estilo casero. Los helados son buenos, y las propuestas del día no bajan la guardia: deliciosa la crema de leche merengada con granizado de café, suave la espuma de guanábana y acertadas las brevas de temporada con toques de amaretto.
En su bodega, que alberga un listado escueto, se dan cita marcas bien escogidas, algunas de mucho relieve. Vinos de moda, emergentes y tradicionales, que abarcan distintas procedencias, se tarifan a precios razonables y brindan opciones suficientes. Para concluir, aguardientes de orujo y algunos destilados. También sobresale el cesto de panes, muy cuidado,en el que confluye un surtido de piezas de distintos sabores.Por el contrario, decae el café, falto de aromas y demasiado concentrado.Otro de los grandes atractivos de Sacha durante los meses de calor es su terraza, que se oculta entre setos en un patio de manzana y adquiere por las noches una apariencia mágica. No es de extrañar que sea preciso reservar con una antelación de semanas.Del servicio, bien coordinado, se ocupa Laureano López.
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