¿Talar árboles para hacer una 'alfombra verde'?
El 7 de julio hubo en la plaza de la Villa una concentración de ciudadanos madrileños contra los efectos devastadores que las obras de la M-30 están causando en el patrimonio verde de la ciudad. Desde que se iniciaron las obras del by-pass sur y se comenzó a destruir los parques del Matadero y de Tierno Galván, diversos colectivos vecinales se manifiestan periódicamente contra el deterioro de su espacio ambiental.
Pero eso no parece importarle al alcalde, ya que la destrucción de área verde sigue imparable y ahora le ha tocado el turno al parque de la Arganzuela y a los árboles de la ribera del Manzanares, de la avenida de Portugal y de la Casa de Campo.
Y lo lamentable es que gran parte de esa tala salvaje es gratuita y se hace para crear pasillos por donde momentáneamente circulen los coches que tendrían que ir por los carriles cortados de la M-30.
Ante esta matanza quisiera subrayar la enorme contradicción que existe entre prometer una alfombra verde junto al Manzanares y masacrar parques y talar árboles adultos y centenarios, algunos de ellos especies infrecuentes como el almez. El alcalde dice que no sólo éstos serán repuestos, sino que se plantarán nuevos ejemplares sobre la superficie de la M-30 soterrada.
En el supuesto de que eso sea cierto y que haya dinero de los madrileños para gastarlo en restauraciones y que se pacte con los futuros alcaldes su correcto mantenimiento, me pregunto: ¿cuántos árboles pequeños habrá que plantar para que compensen la muerte de los antiguos? Y, sobre todo: ¿es posible que los árboles crezcan sobre el cemento?
Como esto último es difícil, imagino que el prometido Parque Lineal del Manzanares será una superficie de macetas desde la que los madrileños podremos contemplar la oportunidad perdida de haber realizado una importante obra pública de acuerdo con principios de respeto al entorno natural y de movilidad sostenible, y no bajo la lógica del desarrollismo de las décadas de 1960 y 1970 y la hegemonía de las constructoras.
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