La derrota del terrorismo
Una de las frases más solemnemente proclamadas por la mayoría de los dirigentes de Occidente, tanto los de las Azores como los demás, es la derrota del terrorismo. En estos momentos tenemos un país, Irak, vencido después de una guerra preventiva, con el dictador en la cárcel, ocupado por el Ejército más poderoso del mundo y vemos tristemente que cada mañana se produce un atentado con víctimas inocentes. Fijémonos en Israel, un país que, con las tecnologías más modernas, con férreos controles, con todo su Ejército y su policía en la calle, no ha podido evitar sangrientos atentados. En España, con una ETA más débil que nunca, tampoco se ha podido evitar que colocase un coche cargado de explosivos en el aparcamiento del estadio de La Peineta, prácticamente en vísperas de la nominación de los Juegos de 2012.
¿Cómo se va a derrotar entonces al terrorismo? ¿Cómo vamos a evitar que un fanático abandone una mochila cargada de explosivos en un vagón del tren o del metro? No es cuestión de previsión o de imprevisión, de eficacia o ineficacia, de mayores o menores medios, aunque también (vean, si no como se blindan los susodichos cuando se celebra una de las cumbres a las que son tan proclives) sino más bien de lo imposible de ponerle puertas al campo.
Como ciudadano que hago uso del transporte público, que asisto, como la inmensa mayoría, a espectáculos públicos sin protecciones especiales, estaría mucho más tranquilo si escuchara discursos más realistas. En una guerra convencional se puede hablar de victoria y de derrota, de capitulaciones y de armisticios, ejemplos de todos ha habido, pero hablando de terrorismo más nos valdría barajar soluciones menos simplistas que la derrota.
Pido previsión y eficacia contra el terrorismo, pero también que analicemos otras posibilidades, como por ejemplo sus causas en vez de atizarlas. Para mí, en el de procedencia islamista hay causas fundamentales: la pobreza, las masacres injustificadas, los bloqueos contra el pueblo, las injusticias y humillaciones. Ese cóctel, que es el utilizado por los fundamentalismos dirigidos por los verdaderos terroristas, casi nunca encontrados, es el que se debería derrotar.
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