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Reportaje:LONDRES GANA LA GRAN BATALLA OLÍMPICA DE 2012

El 'efecto Blair'

El triunfo de la candidatura británica, en la que nadie creyó al principio, es el de su primer ministro

Tony Blair estaba ayer en Gleneagles, en el centro de Escocia, trabajando en los preparativos de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno del Grupo de los Ocho cuando fue proclamado el triunfo de Londres. El primer ministro británico admitió después que los nervios le habían impedido ver la proclamación en directo. Los nervios no sólo como vecino de Londres, sino como uno de los protagonistas esenciales de la victoria.

Blair ha sido el factor decisivo que ha dado a Londres el impulso de última hora que necesitaba para superar a Madrid y París en el momento de la verdad. El primer ministro, que desde anoche y hasta mañana es anfitrión de una cumbre de los líderes de los ocho países más industrializados, supo encontrar 48 horas en su agenda para volar a Singapur y presionar a los miembros del COI en favor de la candidatura londinense. Llegó de vuelta a las siete de la mañana de ayer, con margen sobrado para ir recibiendo a sus colegas en el Gleneagles Hotel.

"No muchas veces en este oficio puedes dar un puñetazo al aire y abrazarte a la persona que tienes al lado"
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Apenas unos minutos después de que el COI designara a Londres, Blair compareció ante la prensa radiante y eufórico, sabiendo que la victoria londinense era también su victoria personal. Allí reconoció que estaba demasiado nervioso para ver el anuncio en directo por televisión y que se lo dijeron de inmediato por teléfono. "No muchas veces en este oficio puedes dar un puñetazo al aire y abrazarte a la persona que tienes al lado. Es algo fantástico y estoy absolutamente encantado", dijo.

"Tenemos ahora una gran oportunidad de desarrollar el deporte en nuestro país, tener unos fantásticos Juegos y dejar un legado para el futuro", añadió; "tenemos una capital que mucha gente conoce una de las más grandes, y los Juegos van a ayudar a que siga siéndolo". El primer ministro tuvo palabras para París, el último rival, y saludó el trabajo de los organizadores de la candidatura: su presidente, el ex atleta Sebastian Coe, y su consejero delegado, Keith Mills. También la Reina de Inglaterra hizo pública su alegría por el triunfo británico. Y la Bolsa subió.

Londres ha ganado en el sprint final una carrera que empezó a ritmo de maratón. Casi nadie en el Reino Unido creía en la victoria cuando empezó a formarse la candidatura. La falta de apoyo popular y político minó las posibilidades en un momento en el que París era vista, una vez más, como la imbatible favorita. Entonces, Blair estaba embarcado en la gigantesca crisis política que precedió al conflicto bélico de Irak y el Gobierno no creía conveniente hacer público su apoyo político y financiero a la candidatura a unos ciudadanos a los que intentaba convencer de la necesidad de ir a la guerra.

Acabada la contienda, el Gobierno se decidió por fin a proclamar su apoyo a la candidatura y a darle cobertura financiera. Las reticencias populares eran aún muy considerables en un país en el que la prensa suele mirar con lupa el destino del dinero de los contribuyentes. El alcalde, Ken Livingstone, tuvo que convencer a los habitantes de Stratford, en la deprimida zona oriental, de los afectos balsámicos de los Juegos para el vetusto sistema de transportes y para el barrio. Barcelona, decía, era el ejemplo a seguir.

La candidatura empezó a convencerse de sus posibilidades tras la primera criba del COI. Londres quedó en medio, con París y Madrid por arriba y Nueva York y Moscú por debajo. Hasta entonces había sido percibida por sus críticos como un proyecto virtual, un hermoso ejercicio de ordenador surgido prácticamente de la nada, pero empezó a convertirse en algo realizable. De aquella criba surgió la evidencia de que los puntos débiles seguían siendo la fragilidad del apoyo popular y político y las dudas que planteaba el sistema de transporte. El punto fuerte era la vitalidad enorme de una ciudad que se ha transformado en una colosal capital multicultural, capaz de absorber todo tipo de modernidades artísticas o gastronómicas.

Los recelos empezaron a evaporarse durante la visita de los inspectores del COI a las cinco candidatas a principios de año. Por primera vez, los medios británicos trataron los Juegos como una cuestión de supremo interés nacional. Los londinenses demostraron por fin que eran capaces de vibrar con la candidatura olímpica. Los inspectores del COI fueron recibidos por Isabel II y se entrevistaron tanto con Blair como con los líderes de la oposición. Livingstone debió de convencerles de lo bien que funciona el metro. O quizás lo haya hecho el factor Blair.

Tony Blair, al que los nervios impidieron seguir la votación ante el televisor, feliz tras conocer el triunfo de Londres.
Tony Blair, al que los nervios impidieron seguir la votación ante el televisor, feliz tras conocer el triunfo de Londres.REUTERS
David Beckham y un delegado británico se abrazan entusiasmados.
David Beckham y un delegado británico se abrazan entusiasmados.ASSOCIATED PRESS

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