"Valencia es una ciudad en trance hacia metrópoli"
El redactor del plan maestro de la Copa del América dice que "la dársena ya es una pieza urbana"
Desprovista de las moquetas, los maceteros y las carpas, abandonada de los barcos, los regatistas y sus admiradores, la dársena interior del Puerto de Valencia, tras las prerregatas, como sucede con la mayoría de espectáculos deportivos, ha perdido todo el glamour para convertirse sólo en una tramoya. Ocurre que Valencia ha puesto mucha retórica en esa tramoya de cara a la Copa del América de vela en 2007. Las lanchas fuera borda de la Race Office (la oficina de los jueces de regatas) permanecen amarradas junto al muelle del cual ha sido desalojada hacia el otro extremo del recinto la pequeña flota pesquera para dejar sitio a las máquinas que excavan el futuro canal de acceso y a las obras del edificio de invitados, que construirá el arquitecto británico David Chipperfield.
"El Puerto no ha tenido ningún respeto por la arquitectura en su ámbito, lo que ha repercutido en la distancia del espacio urbano circundante"
"Es más determinante para el futuro pensar el espacio del antiguo río, aguas arriba del Parque de Cabecera, que la reflexión sobre el litoral"
La inactividad de los travelifts (las grúas que extraen los barcos del agua y los transportan por los muelles) coincide con el hormigueo de los operarios que trabajan en la construcción de las bases de los equipos, cuya apariencia de almacenes confiere al paisaje un aire de polígono industrial fuera de sitio. Rompen esa sensación, o la romperán en el futuro, las bases de aquellos equipos que han optado por descartar el cubículo estándar previsto por el Consorcio Valencia 2007 para encargar proyectos propios. Es el caso de la base del BMW-Oracle, cuya apariencia externa de gris oscuro y cristal ya es bien visible; de la del italiano Luna Rossa, el antiguo equipo Prada, que tendrá la base más llamativa, diseñada por el arquitecto Renzo Piano, aunque hoy sea todavía un puro esqueleto, y la del Alinghi, el barco suizo que defenderá la Copa en 2007, cuyo edificio ha diseñado el arquitecto valenciano José María Tomás Llavador. La idea es que las bases más singulares no sean desmontadas después de 2007 y se incorporen a la imagen renovada del vetusto recinto portuario
Autor del master plan del puerto, con los planos y maquetas elaborados por su estudio concurrió Valencia a la organización de la Copa y se alzó con el premio. Aunque la mayoría de lo que se ha hecho después de lograr la sede lo han ejecutado el Puerto y el Consorcio, acuciados por la premura de tiempo, José María Tomás no se desentiende de su papel en el proyecto. "A partir del plan maestro", explica, "se han desarrollado las bases, las obras de ordenación de los muelles y la disposición de la parte deportiva, incluidos los pantalanes. Desde el mes de octubre, pasado el Consorcio comenzó los concursos de obras, en un proceso contrarreloj de adjudicaciones para conseguir que todas se pongan en marcha. El último ha sido el concurso del foredeck, que han ganado Chipperfield y Fermín Vázquez".
Sin embargo, cuando se le pregunta por la imagen un tanto destartalada que ofrece el conjunto, y por la escasa repercusión urbana fuera del recinto portuario, Tomás reconoce: "La clave de la Copa del América es la ciudad. Queda una parte importantísima: la urbanización que le dará accesibilidad y visibilidad". Para este arquitecto, que viaja esta semana a Turquía para participar en Estambul en el congreso de la Unión Internacional de Arquitectos con una ponencia titulada Valencia, ciudad emergente, la remodelación de los accesos y la reordenación de la dársena tras la competición para incorporarla como espacio público son fundamentales. "Éste no es un espacio que haya que inventar", advierte. "Ya existe y está configurado. Lo que hay que hacer es reutilizarlo. La dársena ya es una pieza urbana. Lo único que hay que hacer es ocuparla de una forma concreta". Para explicar lo que quiere decir, compara el Puerto con el Parque Central, proyecto donde las soluciones ferroviarias, los espacios verdes y el uso de los espacios industriales "son partes de un problema que tiene muchas soluciones". Tras su afirmación hay una reclamación de la dársena como un espacio de la ciudad, que cobra toda su dimensión cuando añade: "En los últimos 10 años el Puerto no ha tenido ningún respeto por la arquitectura en su ámbito, lo que ha repercutido en una mayor distancia del espacio urbano circundante. Este es un problema que deberá ser corregido necesariamente".
Tomás, quien como redactor del master plan se quedó al margen del concurso del foredeck y tampoco se ha presentado al que convocó el Ayuntamiento para el sector de El Grau, puntualiza que Chipperfield trabajará con la dificultad de "mantener un proyecto de alta calidad y construirlo a la vez con mucha premura". Sobre el concurso de El Grau asegura que "Meinhard von Gerkan y Alejandro Zaera han presentado ideas muy buenas que pueden ser incorporadas a la idea global de una ciudad donde la columna vertebral, además de su gran pulmón, es el antiguo cauce del Turia". Dice Tomás Llavador, a propósito de la macropropuesta de Jean Nouvel para la "Valencia litoral", que el arquitecto francés "tuvo la oportunidad de incorporarse al concurso y no lo hizo". En su opinión, la suya es "una reflexión válida, la visión de un arquitecto cualificado sobre una ciudad en mutación".
En este punto, Tomás Llavador es rotundo: "Lo más importante es confirmar que Valencia es una ciudad en trance hacia metrópoli". Abonan esa tesis fenómenos como la progresiva conversión de la "ciudad radiocéntrica" en "ciudad policéntrica". El arquitecto valenciano, sin embargo, discrepa de Nouvel en la estrategia. "Es más determinante para el futuro pensar el espacio del antiguo río, ag
uas arriba del Parque de Cabecera, que la reflexión sobre el litoral. Se está planteando un crecimiento hacia el norte y tendría que ser hacia el interior. Hay que liberar la presión sobre L'Horta Nord, un espacio de gran valor ambiental".
"El crecimiento de la ciudad con tratamientos específicos de los vacíos urbanos en el eje del antiguo cauce del río Turia hacia el interior deberá ser la prioridad futura del crecimiento urbano", explica Tomás Llavador, autor, entre otros proyectos, de la nueva Feria de Valencia y de la reconversión de la antigua Lanera, un edificio de 1914, en un hotel, actualmente en ejecución. En el entorno del Puerto, dentro de la dinámica abierta por las expectativas de la Copa del América, es también el autor de unas piscinas olímpicas en El Cabanyal, cuya construcción lleva retraso. "Calculo que podremos comenzar las obras después de septiembre", apunta con timidez.
"La ciudad", concluye José María Tomás, "reclama un crecimiento muy fuerte que no puede absorber. Se puede hacer la previsión de que se duplicará en diez años la población del área metropolitana. Valencia necesita una ordenación racional y ambientalmente equilibrada, con un desarrollo organizado por el eje del antiguo cauce del Turia".
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