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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La prosa de un maestro poeta

Jordi Gracia

Me choca de veras que un destacadísimo conjunto de ensayos como La poesía y sus circunstancias, de Ángel González, lleve un prólogo tan poco cálido, tan descriptivo y pálido, tan anodino como el que firma José Luis García Martín. Lo subrayo porque es un conocido crítico literario, de talante habitualmente exigente y severo, y cuadra francamente mal la falta de pulso de ese prólogo con la valía de los trabajos que reúne, con la calidad de la prosa del poeta y con la utilidad práctica, inmediata, de esos ensayos para muchos lectores de poesía interesados en leer mejor (de lo que sospechan que leen). De la poesía de Ángel González dicen mucho estas estupendas quinientas páginas, pero esta vez dicen también mucho de los poetas de los que se ocupa, como si de veras por una vez un buen poeta fuese capaz de desdoblarse en el ensayista que no aspira a justificar su propia poesía, sino simplemente a enseñar a los demás el modo en el que ha leído la obra de los grandes, y fundamentalmente dos: Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, devociones estables en la biografía de Ángel González. Reunidos como lo están ahora, y aceptando incluso las repeticiones de nociones o detalles, funcionan como óptimas presentaciones interpretativas de ambos poetas y casi también de una manera de leer poesía, sin incurrir en la judicialización del gusto ni tampoco en el dictado autoritario, sólo apelando a la propia lectura sin otra pretensión que la de exponer la "aventura personal" que es el ensayo sin ansia ni afán de erudición (por fortuna). Enfocado así, son muchas de esas páginas otro prólogo más al estupendo que lleva ya la antología El grupo poético de 1927. La preparó hace años, en 1976, el mismo Ángel González y hoy la reedita Visor, sin que falte tampoco aquí la personalidad de un lector particular: por eso incluye a José María Hinojosa o a Juan Larrea, de la misma manera que Ángel González no se quita de reivindicar para el modernismo y la formación del mismísimo Juan Ramón Jiménez la obra poética de Francisco Villaespesa.

LA POESÍA Y SUS CIRCUNSTANCIAS

Ángel González

Edición y prólogo de

José Luis García Martín

Seix Barral. Barcelona, 2005

492 páginas. 22 euros

EL GRUPO POÉTICO DE 1927

Ángel González (editor)

Visor. Madrid, 2005

499 páginas. 15 euros

El héroe verdadero de los ensayos es sin duda Antonio Machado, "liberal hasta el final de sus días" y a quien no afectó "el miedo a la revolución paralizó el pensamiento liberal de los liberales más conspicuos, y llevó a muchos a renuncias y a filiaciones en ellos impensables", pero este poeta se toma demasiado en serio su oficio como para despachar las cosas literarias con criterios ramplones: por eso Juan Ramón Jiménez, sobre todo el de la Segunda antolojía poética es su otro gran poeta, y lo es Unamuno, pero eso no impide que quienes le enseñasen tan temprano como en 1947 de qué iba y por dónde podía ir la poesía de la posguerra iban a ser Gabriel Celaya y José Hierro, también Blas de Otero. Nunca llegaremos a curarnos tampoco de la ausencia de la desinformación sobre el exilio: las páginas sobre esto, rescatadas de unas actas congresuales, tienen algunos años pero siguen siendo excepcionales de lucidez, crudeza y franqueza. No calla el resentimiento contra el papelón que hicieron algunos viejos liberales pero no pone afectación dramática alguna, ni deje de resistente; sólo registra los sentimientos de quienes descubrían modos de hacer poesía en presente en el espejo de lo que había sido una arrasada tradición, la del 27, o todavía más remota, la de un Campoamor vilipendiado por todos y quizá no tan catastrófico poeta. La franqueza en el elogio de algunos poemas, pongo por caso aquellos burlones celestiales de José Agustín Goytisolo, se equipara con el franco y divertido desapego hacia los novísimos, por muy buenos poetas que sean, pero incapaces de tocarle a él, Ángel González, la fibra de lector de poesía. Las afinidades (como la muy vivida hacia Emilio Alarcos Llorach o Gabriel Celaya) y las diferencias se amoldan en formatos distintos a una prosa con personalidad y sin egotismo, con un humor menos brillante e incisivo que el del poeta (pero siempre irónico y sonreído) y casi llega a echar uno de menos que esta lección magistral sobre leer y escribir poesía no abarque también a otros poetas más, y otros prosistas. A cambio en las últimas páginas acaba ocupándose de sí mismo, varias veces y todas con un don de distancia tal que parece que no esté hablando de lo que de veras está hablando: de un gran poeta nuestro.

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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.

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